14. Las Marcas

Escuchar la voz de su hermano fue lo mejor que le ocurriera en siglos. Lo puso al tanto de su situación y de su plan de ir al pueblo en tres o cuatro horas.

—Te llamaré cuando llegue.

—Tendrás que buscar dónde pasar la noche, porque no puedo ir por ti ahora. Nos advirtieron que los caminos están anegados.

—No te preocupes, te aguardaré allí.

—Espero que no te aburras, porque te estás perdiendo toda la diversión aquí. Jo trajo a Fay y varias amigas más, y estamos de fiesta desde que llegaron.

—Hijos de perra —rió Jay—. Dile a esas chicas que espero una bienvenida apropiada. —Vio venir a Silvia y agregó:— Hablamos luego.

—Cuídate, bastardo.

Jay cortó y le tendió a Silvia su café con una gran sonrisa, contándole las novedades.

Ella demoró un

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