156. La Verdadera Libertad

La música a volumen creciente despertó a Silvia. Le tomó un momento reconocer la canción de Depeche Mode, Personal Jesus.

El sol se ponía y estaba sola en la cama, entre sábanas que olían a flores, bajo un acolchado gordo. Jim se había marchado para permitirle descansar, porque había quedado a la vista que no lo haría mientras él estuviera allí.

Se había dormido profundamente, exhausta, y ahora le costaba desprenderse de la sensación de que todavía estaba soñando. Pero no, estaba despierta. En el Cenicero, su nuevo hogar. Y esa música debía ser un teléfono sonando. No el suyo, ella jamás hubiera usado esa canción de ringtone.

Siguió la música hasta la otra mesa de noche, donde encontró un teléfono nuevo en su caja abierta, con un moño rojo. Rió de buena gana al tomarlo y ver q

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