Él es una celebridad, el chico malo del rock, y sólo quiere pasarla bien. Ella es una extranjera huyendo del peor error de su vida y sólo quiere volver a casa. Una tormenta inesperada los reunirá, un encuentro casual que los cambiará para siempre.
Leer más¡BIENVENIDOS AL UNIVERSO DE SIN RETORNO!
Él es una celebrity, el chico malo del rockanroll, y sólo quiere reunirse con sus amigos y pasarla bien.
Ella es una extranjera anónima, y sólo quiere volver a casa para dejar atrás el peor error de su vida.
Una tormenta los reunirá, un encuentro casual que cambiará sus vidas para siempre.
Y cuando estén en libertad de regresar a los suyos y a sus vidas cotidianas, uno a cada extremo del mundo y en esferas tan diferentes que no tienen punto de intersección, deberán decidir si lo que vivieron es motivo suficiente para mantenerse en contacto.
Sin embargo, cuando al fin vuelven a encontrarse, sus estilos de vida tan diferentes amenazarán con imponerse sobre sus sentimientos.
¿Por qué debería él renunciar a sus hábitos de mujeriego que su fama le permite para comprometerse con una sola mujer?
¿Por qué debería ella renunciar a su independencia para dedicar su vida a ser la figura siempre a la sombra de la fama ajena?
¿Existe un punto intermedio, un equilibrio, que les permita estar juntos?
Esos son los interrogantes que plantea esta historia, que viaja por todo el mundo a puro rockanroll en busca de las respuestas.
** Ante todo, quiero disculparme por la manera de hablar de mis personajes. Me cansé de pedirles que sean más educados y dejen de maldecir hasta por los codos. Apenas los conozcan, no les costará imaginarse cómo se me rieron en la cara y me ignoraron olímpicamente.**
Tip de lectura:
Sin Retorno está escrita en capítulos cortos, para que puedan leer uno en cualquier momento que tengan 5 minutos libres.
♥ Todas las canciones de No Return pertenecen a una banda californiana llamada Chasing Avalanche, que sacó un solo álbum allá por el 2010, llamado Without The Hour. ♥
Pueden encontrarlas en Spotify y A****n.También en mi canal de YouTube, donde tengo una lista de reproducción con las canciones que uso en la historia subtituladas con la letra en inglés.Las utlizo en la historia con conocimiento y autorización expresa de su compositor, Brandon Sammons.Si prestan atención, las letras de Chasing Avalanche les van a decir mucho de Jim que él jamás exterioriza, y los van a ayudar a conocerlo mejor, al igual que las poesías de Silvia. ;D
Escribí la historia en el español más neutro que pude para reflejar que, en realidad, los personajes están hablando en inglés.
A partir del capítulo 29, cuando la historia llega a Argentina, van a ver que la protagonista y sus amigos hablan en ese español bizarro que usamos por aquí. No duden en preguntarme cualquier duda que tengan en los comentarios!
Gracias por elegir mi historia, espero de corazón que les guste.
La música a volumen creciente despertó a Silvia. Le tomó un momento reconocer la canción de Depeche Mode, Personal Jesus.El sol se ponía y estaba sola en la cama, entre sábanas que olían a flores, bajo un acolchado gordo. Jim se había marchado para permitirle descansar, porque había quedado a la vista que no lo haría mientras él estuviera allí.Se había dormido profundamente, exhausta, y ahora le costaba desprenderse de la sensación de que todavía estaba soñando. Pero no, estaba despierta. En el Cenicero, su nuevo hogar. Y esa música debía ser un teléfono sonando. No el suyo, ella jamás hubiera usado esa canción de ringtone.Siguió la música hasta la otra mesa de noche, donde encontró un teléfono nuevo en su caja abierta, con un moño rojo. Rió de buena gana al tomarlo y ver q
Hallaron el camino al dormitorio sin dejar de besarse y cayeron juntos en la cama, sus manos luchando por librarse de las ropas del otro. Silvia tironeó de Jim para que se tendiera sobre ella, anhelando volver a sentir su peso. No existía ningún otro cuerpo para el suyo, ni otras manos para tocarla, otros labios para enloquecerla, otra piel para acariciarla. Enlazó una pierna en torno a su cintura para atraerlo contra ella, dejando escapar un gemido al sentirlo en su vientre. Se dejó invadir por el fuego que agitaba el pecho de Jim, se sumergió en la urgencia exasperante, la ansiedad que lo empujaba. Sí, así se sentía Jim. Porque nunca había echado en falta su cuerpo, nunca la había necesitado, pero allí estaba, luchando por contenerse como un maldito adolescente, enloqueciendo con cada gemido que le arrancaba, cada movimiento de sus caderas, cada roce de sus dedos y su lengua. Como si nunca fuera a saciarse de ella. ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué n
Silvia salió del área de Migraciones sintiéndose aturdida y un poco mareada. Tras una semana tan cargada emocionalmente, se había embarcado en aquel vuelo interminable que la había llevado a otro hemisferio, otra estación, otro idioma, otra cultura, otra vida. Miró a su alrededor con ojos turbios. Sentía que estaba por bajarle la presión y que se desmayaría en cualquier momento. Jim arrojó en un cesto el cartel con su nombre que Silvia no había visto y fue a plantarse ante ella sonriendo, las manos en los bolsillos. —¿Buscabas a alguien? Silvia alzó la vista sorprendida y olvidó su equipaje para echarle los brazos al cuello con una exclamación ahogada. Jim la estrechó riendo por lo bajo y la sintió temblar. Besó su cabello, sosteniéndola hasta que ella fue capaz de contener sus lágrimas y retroceder. Cuando consideró que Silvia estaba en condiciones de caminar, tomó su mano, el carrito del equipaje y la guió al estacionamiento. Ella se limitó a seguir
Jim no se apresuró a recoger sus cosas de la escalera, y se procuró una cerveza y un armado antes de subir. Se tomó su tiempo para llevar el bolso al vestidor y volver a guardar su pasaporte en la caja fuerte. No le corría ninguna prisa. Cada minuto que pasaba lo acercaba al momento de reunirse con ella. Llevó la computadora a la cama y se recostó con el armado entre los labios, la cerveza al alcance de su mano en la mesa de noche. Le costó hallar una traducción de la letra al inglés que tuviera un poco de sentido. Al fin encontró una que tal vez no fuera demasiado literal, pero al menos le daría una buena idea de lo que decía la canción. No importaba que no fuera exacta. Silvia podría traducírsela bien durante la cena. La próxima cena. Porque para entonces ella ya estaría allí. Con él. La canción pertenecía a una banda brasileña llamada Paralamas y el título era algo como Linterna de los Afiebrados. Flexionó un brazo bajo su cabeza mi
Silvia huyó antes que sus hermanos y sus amigos pudieran darse cuenta y retenerla. En un momento estaban todos juntos, brindando por enésima vez, y al siguiente, ella los abrazaba emocionada hasta las lágrimas, repitiendo cuánto los quería. Antes que pudieran darse cuenta, había desaparecido.Recorrió la callecita del bar con la vista alzada hacia el cielo, admirando los colores cambiantes que anunciaban el cercano amanecer. Sus pies no la consultaron antes de encaminarse hacia la playa del centro, bajar las escaleras de piedra y llevarla hasta la orilla misma del lago.Allí se sentó y encendió un cigarrillo, de cara al este. Era el último amanecer de su vida tal como la conocía. El último amanecer con su lago y sus montañas. Como tantas otras veces, hubiera querido ser capaz de capturar cada detalle de lo que la rodeaba hasta donde alcanzaba su vista, grabarlo a fuego en
Tobías y Leandro se esmeraron limpiando la Roca Negra para darle la bienvenida, y Silvia sonrió enternecida al comprobar que la casa estaba reluciente. Su mirada de advertencia evitó que hicieran preguntas incómodas al enterarse que Mika no estaba de visita, sino que había vuelto para quedarse. Leandro se fue a cenar con Claudia a Beltane, para darles algo de intimidad a los hermanos. Mika vio que el refrigerador estaba lleno de comida chatarra, y su alma vegana decidió ir al supermercado a comprar algo para preparar una cena saludable para los tres. Apenas salió con el perro, Tobías le preguntó a Silvia qué había pasado para que Mika se tragara su orgullo sideral y regresara a Bariloche. Ella sabía que su explicación lo haría ofenderse a muerte, pero se anticipó a sus protestas. —Te voy a decir lo mismo que le dije a tu hermana. Si no quieren que los siga tratando como nenes malcriados, demuéstrenme que no lo son. Demostrame que no necesitás niñera para segu
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