Miyén la encontró con los brazos cruzados sobre la mesa y la cara oculta entre ellos, llorando como si su corazón estuviera por romperse en mil pedazos. Se sentó junto a ella y le rodeó los hombros con su brazo en silencio, pero Silvia no lograba calmarse.
Vio la tablet y el video aún en pantalla, y decidió echarle un vistazo para saber a qué se enfrentaba. Se puso los auriculares y reprodujo el video, su brazo de nuevo en torno a los hombros de Silvia. Le llevó sólo un momento comenzar a maldecir entre dientes, tan pronto escuchó la letra.
No puedo explicar cómo me siento
Cuando no estás aquí
No puedo explicar lo que me pasa por la cabeza
Cuando no estás aquí.
Y sin darme cuenta te perdí.
Toma mi