Lo que me faltaba tener a uno de los ángeles mayores encima todo el tiempo. Sabía que la presencia de Miguel iba a estar todo el tiempo en esta celda, solo se iba a limitar a molestarme, aun no entendía el por qué de su obsesión hacia mí.
– Uf, mira a quien tenemos aquí ¿ahora qué quieres Miguel? – dije con disgusto, no me gustaba su presencia. Me ponía incomoda, me molestaba. Y él lo sabía, ya que su sonrisa aumentaba a cada segundo que pasaba.
– Creí que querías un poco de compañía, después de todo aquí es tan solitario – cerró la puerta a su espalda y se coloco a mi lado de la cama. Rápidamente me aleje de él colocándome al otro lado, casi pegándome a la enorme pared blanca
– Lo que menos me interesa en este momento es tu compañía – la sonrisa del ángel no se borro en ningún momento, por el contrario solo aumentaba
– Pero para tu mala suerte yo aun quiero hablar contigo, no todos los días tenemos a la hija de uno de los demonios mayores por aquí –
– No hablare absolutamente nada d