Me levanté rápidamente, intentando mantener la compostura.
- Alfa Lucien… - dije intentando parecer fría. Sin embargo mi voz temblaba.
- ¿Qué ocurrió? ¿No te gustó tu habitación?
- De muy mal gusto, la verdad – dije seria.
- ¿De verdad lo crees? Pensé que disfrutarías de una habitación más sofisticada. Pensé que sería de mal gusto dejar la decoración de cachorra que tenías en tu antigua habitación.
- ¿Qué pretendes, Lucien?
- A decir verdad, no pretendo nada… solo estoy apelando a la misericordia de la diosa de la Luna… es válido reconocer mis errores ¿No crees? – se acercó, mi corazón se aceleró. Yo retrocedí - ¿Qué ocurre? Retrocedes… esa no es la Ayla que yo conocí.
- La Ayla que conociste ya no existe.
- Yo no lo creo, aun hoy, puedo ver tu espíritu fuerte y tu empeño en imponerte por sobre un Alfa – intenta acercarse nuevamente.
- No te acerques – le dije con fuerza en mis palabras y creé una barrera de agua entre los dos, con mi magia. Lucien observó con algo de impre