Capitulo 2.

Los primeros rayos de sol se colaban, anoche olvide cerrar la ventana.

—¡Señor sol solo cinco minutos más! —rogaba al astro rey, un minuto después sonó el despertador, hice caso omiso de la alarma y seguí durmiendo.

Juliette quien venía avisarle a su hermanita, que el desayuno estaba listo y que se apresurara; pero Gabrielle seguía aún dormida como si nada.

—¿Qué haré contigo enana? —dijo la mayor de las hermanas, cansada de lo mismo, Juliette tomó las mantas que cubrían a la niña menor y de un tirón las quito todas.

Gabrielle por el tirón y el frío se vio obligada a levantarse. —Jul ¿Por qué me quitas las mantas? —preguntaba frotando mi ojo derecho.

—¡Gabrielle son casi las ocho de la mañana pequeña holgazán, ya deberías estar desayunando para irte a la escuela!

Juliette estaba molesta, ya no sabía que hacer con ese mal hábito de su hermana menor.

—¡ESCUELA! —brinqué de la cama directo a ponerme el uniforme, casi caí al suelo poniendome los calcetines, no era que no me gustara la escuela al contrario, pero tenía serios problemas para despertar en las mañanas.

Como rayo me hice mis coletas, tomé la mochila ya lista para desayunar, pero antes de salir Juliette me detuvo tirando de una de las coletas.

—Gabrielle antes de salir, debes mirarte al espejo niña y asegurarte de que toda tu apariencia esté en orden. —Juliette se sentó en la cama ordenó la tableada falda de color azul a cuadros, que estaba algo desordenada acomodó el pañuelo negro que estaba mal atado y por último deshizo las coletas de bombón para volver a hacerlas.

—Ahora si ve a desayunar y date prisa. —Ordenó Juliette dando una palmada al hombro de su hermana menor.

•••

—Hola Gabrielle genial que iremos juntos a la escuela. —Dijo Helios entrando a la cocina, tomando asiento al frente de la pelinegra de coletas altas en la encimera.

—Si iré a cuarto grado y tú?

—Yo a sexto pero nos veremos en recreo. —Dijo el pequeño rubio guiñando un ojo de manera coqueta.

Un muchacho de unos dieciséis años entró a la cocina, tomó una manzana y recostó sus brazos en la encimera observando al par de niños.

—Enanos vamos a llegar tarde si no se apresuran.

—Lo siento Artemis ya vamos. —Se excusó Helios ante su hermano Artemis.

•••

El camino a la escuela fue corto y silencioso, Artemis leía un libro en silencio y Helios escuchaba música con auriculares puestos.

Al bajar del auto quedé impresionada nunca había visto una escuela así solo en mis doramas, animes y series favoritos.

—Es preciosa. —Fue lo único que alcancé a decir.

—La primaria Von Ferdinand es muy buena y sus instalaciones son las mejores, ven te llevaré a tu salón y en el descanso te mostraré el resto de la escuela.

Debía admitirlo está escuela me gustaba, era tan bonita y mucho más grande, que mi antigua escuela.

Helios llevó a Gabrielle a su salón le dió indicaciones, para que no se perdiera ya habían iniciado las clases, una maestra de unos treinta años la recibió amablemente —¿Gabrielle Dupont verdad?

Asentí ante la pregunta de mi maestra —mi nombre es Melissa Monrroy y seré tu profesora guía. —La maestra ubicó a la pelinegra frente a todos los alumnos para presentarla ante todos.

—Mi nombre es Gabrielle Dupont, tengo diez años y vengo de Atlanta, de un pueblo pequeño espero llevarme bien con todos. —La maestra Monrroy tomó mi hombro para darme confianza.

—Muy bien ve y toma asiento allí junto a Charlotte.

Una pequeña rubia subía la mano para que la pelinegra supiera dónde sentarse.

—Hola yo también soy nueva comencé la semana pasada, vengo de francia.

—Yo vengo de Georgia, mi papá es francés ¿Podemos ser amigas? —dije con una sonrisa, ofreciendo mi mano.

—Soy Charlotte Shinomoto, mi padre es japonés y mi madre es francesa. —Ambas niñas hicieron silencio pues la señorita Monrroy las mando hacer silencio, las clases transcurrieron normales y la hora del recreo llegó.

•••

Mi nueva amiga extranjera y yo, salimos juntas, para comer el almuerzo, pero un par de niñas más grandes nos interceptaron en el jardín.

—¡Miren chicas tenemos nueva distracción, la extranjera ratón de biblioteca ¿Y como es que te llamas? —preguntó la niña señalando.

—Gabrielle es mi nombre y ni Charlotte, ni yo seremos tu distracción. —Dije enfrentando a la niña más alta poniendome delante de Charlotte.

—¡¿Ah no?! —exclamó la niña cruzándose de brazos.

—¡No! —respondí con la misma altanería, no me dejaría de nadie y menos de una niña a la que ni conocía.

La niña tomó el almuerzo de la pelinegra y lo abrió arrojando la comida al suelo, Gabrielle estaba roja de la rabia.

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque si. —Dijo la niña como si nada.

Helios presenció la escena de la niña tirando la comida al suelo, le quitó a la niña la caja de almuerzo de Gabrielle reclamando lo que había hecho, la niña y sus dos amigas se excusaron diciendo que solo era una broma.

—Yo te doy de mi almuerzo Gabi. —Dijo La rubia con una sonrisa.

—Yo también te compartiré de mi almuerzo. —Y así los tres niños se fueron a buscar un lugar para comer su almuerzo.

•••

Julio ya estaba a punto de terminar y todos, en la mansión Lombardi tenían una actividad que hacer, en el jardín personas decoraban sobriamente el motivo era el cumpleaños número trece de Helios Lombardi el menor de los herederos Lombardi.

—¿Y por qué no puedo ir a la fiesta de Helios si somos amigos? —me quejaba con mi hermana mayor.

Juliette ya cansada de los reclamos de su hermana, decidió volver a explicarle por enesima vez. —Enana no quiero abusar de la buena voluntad de la familia Lombardi, además ese no es lugar para ti.

—Pero tú vas hermana y ya le tengo el regalo a Helios. —Dije a punto de llorar haciendo puchero, sosteniendo una bolsa de regalo color naranja con un moño rojo.

—Gabrielle voy a trabajar...

Juliette quedó con la palabra en la boca pues alguien tocaba la puerta.

Me levanté de la cama y corrí abrir la puerta, abrí los ojos sorprendida, pues era Helios quién tocaba la puerta.

—Hola Gabrielle vine a buscarte para que vengas a mi fiesta.

Corrí a mi cama para buscar el obsequio de mi amigo.

—Toma espero y te guste Helios, no puedo ir a tu fiesta, Jul no me dió permiso. —Estaba triste de verdad quería ir.

Helios sacó el obsequio de su envoltura era un osito café, con una camiseta roja y una estrella dibujada.

—Yo misma lo hice espero y te guste. —Dije apenada, las costuras no eran las mejores.

—Esta lindo. —Dijo el rubio con una sonrisa coqueta.

—Señorita Juliette ¿Gabrielle puede ir a mi fiesta? —preguntó el niño.

—¡Si hermana déjame ir! — suplicaba esperanzada por un sí.

Juliette no pudo resistirse al par de miradas azuladas del par de pequeños. —esta bien. —Ambos niños salieron corriendo en dirección al jardín.

Pero Juliette antes de perderlos de vista volvió a llamar a su hermana —tienes permiso hasta las nueve de la noche Gabrielle. —La niña asintio antes de volver a perderse de vista, tomada de la mano de Helios.

•••

Cinco años han pasado, y de aquel par de niños solo queda el recuerdo, aunque para gabrielle lo que comenzó como un enamoramiento infantil y pasajero, cada año se había hecho más fuerte.

—¿Se lo dirás al fin? —preguntaba una rubia pecosa de grandes ojos verdes cubiertos por unas gruesas gafas de pasta negra. Comiendo un bocado de dona rellena de mermelada de cereza.

limpiaba la curvatura del labio de mi amiga, que estaba llena de mermelada ambas estábamos tomando el almuerzo, bajo la sombra de un gran árbol.

—No lo sé Charlotte Helios y yo tenemos una linda amistad, no quiero arriesgar mi amistad con él por confesarle mis sentimientos ¿Y si no siente lo mismo por mi y me arriesgo a dañar nuestra amistad...?

Charlotte rodó los ojos Gabrielle era tan valiente para unas cosas, pero tan cobarde para otras.

—Deja de decir amistad gabrielle, no pierdes nada con intentar y si resulta, que Helios también siente lo mismo por ti y no se anima a confesarte.

—Francesa y romántica empedernida tenías que ser amiguita. —Abrace a mi amiga y por el impulso ambas caímos al suelo.

—¡Uy pero que linda Parejita!

Charlotte y yo nos separamos cierta jovencita, nos había amargado el momento.

—¿Qué quieres Maya? —pregunte rodando los ojos.

—Nada solo quería felicitar a la feliz parejita de raras. —Reía la castaña de manera dramática.

—Mas rara serás tú y tus copias baratas. —Espete poniendome de pie para encarar a mi compañera de clases y martirio durante cinco años.

—Uf si tienes razón Charlie es una niña buena y solo hace caridad; contigo la recogida de la familia Lombardi.

A este punto ya estaba como agua para chocolate.

—¡Repite lo que dijiste! —exclame hecha una furia.

—¡R E C O G I D A! —deletreo Maya letra por letra y en voz alta.

A este punto Charlotte tenía a su amiga sujeta de la cintura, pero la rubia no pudo contenerla y se le fue encima a la castaña, tironeando de sus largos mechones castaños.

Entre las amigas de la castaña y Charlotte, detuvieron al par de jovencitas.

—Dupont, Higgins ambas están castigadas y deben hacer servicio por una semana ustedes solas, además quedan fuera de cualquier actividad del festival de naciones podrán ir solo como espectadoras. —El coordinador se retiró dejando sola a las muchachas.

—¡Ya ves lo que ocasionas zorra recogida! —exclamaba la castaña despeinada y molesta.

Me iba a ir de nuevo encima de Maya, pero Charlotte me tomó con más fuerza alejándome de otra pelea.

—Gabrielle debes ser más paciente y no caer en las provocaciones de Maya Higgins, mira ya solo nos falta un año de secundaria y no veremos más a esa fastidiosa. Iremos a Francia. Mis padres se harán cargo y tú hermana ya te dió permiso será un verano genial amiga.

•••

Llegué a la mansión Lombardi entré como siempre, por la cocina, allí saludé a Sisi y Carlota el ama de llaves.

—Gabrielle Juliette te espera en la habitación. —Habló la mayor de las mujeres.

Fui a mi habitación y allí estaba mi hermana sentada, en la cama molesta, su molestia era obvia de seguro la llamaron de la secundaria.

—Se que estás molesta, pero tengo una excelente explicación hermana. —Dije sentándome frente a ella.

—Ok Gabrielle no necesito oír explicaciones, solo necesitas saber que estás castigada y que te despidas de tu viaje a Francia.

—¿Pero por qué? No hice nada, Higgins lleva años haciendo mi vida miserable y ¡Me dijo zorra recogida! —mi hermana no dió su brazo a torcer y no me iba a quitar el castigo.

salí de la habitación que compartía con ella, fui a mi lugar especial un columpio en lo más oculto del jardín.

—¡Boo!

—No ando de humor Helios. —No quería mirarlo, si lo hacía se dará cuenta que estoy llorando.

—¿Por qué tan triste? —preguntó Helios sentándose en el columpio a mi lado.

—Me pelee con Maya Higgins y Jul me castigó, ya no podré ir de vacaciones con Charlotte.

—¿Y por qué peleaste con Higgins? —preguntó Helios estirando sus piernas para mecerse en el columpio.

—Porque me dijo que era la recogida de la familia Lombardi y solo me ayudan por caridad.

—Dije en apenas un susurro.

—¿Y tú qué crees?

—Que Maya es un dolor de muelas. —Reí sin ganas.

—No me refiero a eso Gabrielle ¿Crees que mi familia te ayudo a ti y a Juliette por caridad?

No sabía que decir a veces lo creía otras no tanto.

Helios detuvo el columpio.

—Según se Juliette se ha esforzado mucho, trabajando y estudiando, además de cuidarte a ti y tú no te quedas atrás aunque mi madre se ofreció pagar tus estudios, tu lograste una beca completa sabes algo gabrielle, Juliette hizo bien en castigarte, por caer en las provocaciones de una niña caprichosa que no sabe que significa el esfuerzo, del trabajo duro y menos de caridad.

tenía razón fui una tonta y por mis tontos impulsos, me perdí del viaje a Francia con mi mejor amiga, solo lloraba ya no me importaba si Helios me veía llorar.

—Toma.

Helios ya no estaba en el columpio, si no frente a mi ofreciéndome un pañuelo, para limpiar mis lágrimas. Acepté el pañuelo de Helios y limpié mis lágrimas, me sentía tonta e inmadura.

—Charlotte me dijo que tú y Higgins están castigadas y no podrán participar en el festival de naciones. —Asentí deprimida otra consecuencia de mis tontos impulsos, yo quería ganar el premio al mejor postre había preparado el pie de limón con la receta de mi madre.

—Ya que no vas a participar en el concurso de postres, nos podemos comer el pie de limón que hiciste nena.

—Suplicaba Helios con cara de cachorro.

—Pero solo una rebanada. —Reí Helios podía ser la persona más madura de todas y en un segundo actuar como un niño; mis sentimientos cada vez eran más fuertes pero no quería arriesgarme y perder a mi mejor amigo...

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