Capitulo 1.

El amanecer llegó y con ello, también el autobús a Miami, Juliette estiraba el cuerpo, pues estar tanto tiempo sentada le había entumecido el cuerpo, sarandeaba a su pequeña hermana para despertarla, pues la niña tenía el sueño pesado.

Salieron del autobús, ya habían llegado a su destino, el chófer de la familia Lombardi las esperaba para llevarlas a su nueva recidencia.

Ambas chicas quedaron asombradas con el lujoso auto, pero en el camino no cerraban la boca, por las lujosas mansiones que veían camino a la recidencia Lombardi.

—Muy bien señoritas llegamos.—Decía el sonriente chófer abriendo la puerta del auto.

—¡Hermana viviremos aquí! —solo había visto casas así en la tele. estaba asombrada por la enorme mansión, que tenía un hermoso jardín.

Juliette tocó el timbre y una mujer vestida con su uniforme de empleada de servicio; las recibió amablemente haciéndolas pasar.

—Ustedes deben ser las muchachas, que la señora Valentina espera de Atlanta ¿verdad?

Ambas asintieron ante la afirmación de la muchacha.

—Bueno esperen aquí, si ya llamo a la señora. —La muchacha hizo una reverencia para luego subir las escaleras.

—Esta muy bonita esta casa verdad. —Dije escaneando todo el lugar.

—Si debes portarte bien. —Respondió Juliette arreglando el vestido de la niña.

—De seguro se portará bien.

Ambas pelinegras voltearon al oír de dónde provenia aquella voz.

Una mujer pelirroja, bajaba las escaleras, con paso elegante, traía un entallado vestido azul marino a las rodillas, su cabello hecho un discreto rodete, zapatos negros de tacón y un lindo collar de perlas.

—Tú debes ser Juliette Dupont y está...pequeña debe ser..., Gabrielle. —Ambas asintieron haciendo una reverencia ante la pelirroja.

—Bueno asumo ya Claire te ha dado los detalles, acompáñame a mi estudio debemos hablar de tu paga y el colegio de Gabrielle, también de las reglas de la casa y luego podrás ir e instalarle junto a tu hermanita deben estar cansadas del viaje. —Dijo la amable mujer subiendo las escaleras.

—Si señora Gabrielle quédate aqui sí. —Juliette fue trás la señora de la casa, pero está se detuvo a medio camino.

—Gabrielle puedes ir a jugar al jardín, o ir al cuarto de juegos, que está al final del pasillo pequeña esperando allí solita te aburrirás linda. —Valentina le guiño un ojo a la niña en señal de aprobación.

•••

La señora de la casa se ve buena y esta casa es muy bonita, buscaba el salón de juegos, pero una melodía muy bonita llamaba más mi atención.

Abrí la puerta de dónde venía esa música, había varios instrumentos, pero la música venía de un piano de cola y quién tocaba era un niño rubio concentrado en lo que hacía; me acerqué más su música era muy linda y quería ver al niño tocar más de cerca.

Pero él notó mi presencia y la música se detuvo para mí mala suerte.

—¿Quién eres? —inquirió el pequeño pianista extrañado, por la pequeña desconocida que interrumpía su práctica.

—Y...yo e...este bueno yo. —Me sentía nerviosa, ese niño no dejaba de mirarme.

—Estoy esperando —dijo él impaciente—, es fácil mira dices tu nombre, que haces aquí y ya. —Explico con simpleza el niño.

Si suena fácil en teoría —Gabrielle, me llamo Gabrielle Dupont. —Dije apresurada, para no tartamudear.

—Y Gabrielle Dupont ¿Qué haces aquí? —preguntó el niño rodando los ojos ante el extraño comportamiento de la rara pelinegra.

—La señora Valentina me dijo que podía ir a buscar el cuarto de juegos, para no aburrirme, pero me perdí.

—¿Y qué haces en esta casa? —cuestionó el niño curioso, por la presencia de la niña.

—Vine con mi hermana, ella va a trabajar aquí y las dos viviremos aquí. —expliqué al rubio preguntón que ya me tenía nerviosa, no quería meterme en problemas con mi hermana, por caminar demás.

—Este no es el cuarto de juegos, es el de música, ven yo te llevo al cuarto de juegos y así no te vuelves a perder, se ve que eres distraída niña. —El niño se levantó para guiar a la pequeña Gabrielle, pero está estaba inmóvil.

—Vamos niña. —llamó él tomándola de la mano y llevarla a jugar. Ambos niños fueron al cuarto de juegos, Gabrielle quedó impresionada, por el montón de consolas y demás juegos que allí había.

—¡Wow! —nunca había visto algo así él dueño de todo tenía mucha suerte.

—¿jugamos carreras? —preguntó el niño ofreciendo un control de vídeojuego a la pequeña pelinegra.

—¿Cómo te llamas? —pregunté aceptando el control, para comenzar a jugar.

El rubio rió tocando su nuca —ah si es cierto olvidé decirte mi nombre, disculpa mi nombre es Helios Lombardi, tengo doce años casi trece y la señora Valentina como le dices, es mi madre. —Decía el niño riendo nervioso sin dejar de rascar la nuca. El resto de la tarde ambos niños jugaron vídeo juegos, viendo películas y comiendo palomitas.

•••

—Sabes que no es necesario que trabajes Juliette...

—Para mi si lo es no estaré en esta casa recostada a usted, yo quiero ganarme las cosas, si acepté que costeara la escuela de mi hermana es porque se que eso la ayudará a entrar a una buena universidad.

Se levantó de su asiento para acercarse a la jovencita frente al escritorio, Juliette era idéntica a su madre, a diferencia de su cabello negro como la noche herencia de su padre y sus ojos café claro.

—Eres una joven de carácter toda una guerrera, te admiro eres igual a tu madre.

—Eso cree ¿Enserio? —empero Juliette sintiéndose nostálgica recordando a su madre—, papá y la tía Claire me dijeron que usted y mi madre eran amigas.

—Así es linda desde pequeñas, ambas estudiamos en el antiguo internado Von Ferdinand, propiedad de tus abuelos...

—A ellos ni los mencione, no los considero familia. —Refutó Juliette con molestia.

—Esta bien Juliette ya puedes retirarte a descansar.

—Gracias —Respondió la pelinegra saliendo del estudio.

Suspiró para luego volver a su escritorio —Juliette es idéntica a tí querida Hanna, no solo en el temperamento.

—Hola mamá —saludó un jovencito de buen porte, cabello negro lacio peinado hacia atrás, piel blanca crema y exóticos ojos azules de un peculiar tono.

—Hola Artemis no te escuché llegar hijo.

—Si quería sorprenderte, por cierto vi a una chica salir y a Helios también lo ví jugando con una niñita...

—Ah si son las muchachas de las que te hablé, espero que tú y tu hermano las traten con cortesía para mí son muy especiales.

—Esta bien madre como digas, aunque no entiendo porque la chica iba a las habitaciones de servicio.

—Fue su condición para estar aquí era eso, o nada Artemis. —Explicó Valentina a su primogénito.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo