CAPÍTULO 42. Tiempo juntos
—Debes estar bromeando —digo con los ojos desorbitados al ver la máquina que tengo enfrente.
¿Me quiere matar? Esta vez estoy segura de que no regresaría.
—No, yo aprendí de la forma difícil. Sé que tú podrás —dice demasiado seguro.
Es cierto, su padre le enseñó con autos de carrera a manejar, pero eso para mí es suicidio. Y se podría decir que amo mi vida, que no es mía, pero sí lo es.
Todo un enredo.
—De acuerdo… te diré algo. Aprenderé la forma manual, en un auto seguro, y te prometo que luego me subiré a eso —señalo el auto de carrera.
Muy bonito, pero demasiado arriesgado.
Sonríe al ver mi gesto de pánico.
—De acuerdo… elige uno —señala los autos que están en la cochera de la casa.
Comienzo a caminar en busca del que, desde ahora, será mi compañero de aprendizaje.
Pero me detengo en seco al ver la camioneta negra, que fue testigo de muchas cosas en el pasado.
—Esa… —lo volteo a ver cuando escucho su voz tras de mí.
Se ha quedado viendo fijamente la camioneta, y su expresión ha ca