[ANDY]
Confusión.
Esa palabra es poco para lo que realmente siento. ¡Quiero despertar ya! O... la verdad, no haber despertado nunca. No entiendo nada, ya no sé por qué estoy aquí. ¿Y mi familia dónde está?
No recuerdo nada más que haber visto la mirada triste de mamá antes de cerrar los ojos, pero...
Yo debería estar muerta. Estaba enferma, prácticamente desahuciada.
¿Habré estado en coma? No, imposible.
—¡Lena, hija, esto es un milagro! —dice la señora que me abrazó antes.
—¿Lena? —digo confundida.
—Tiene que ser algún episodio de nuevo —dice el joven que me sacó de la caja.
—No, mejor hay que hacerle un exorcismo, puede ser una posesión —dice el cura, reponiéndose del desmayo.
—¡Cállense ya! —dice la señora de la que aún no conozco el nombre—. Es un milagro.
No creo que ni con un milagro ella pueda vivir
Un recuerdo... pero ¿quién?
—Yo, yo no... yo me llamo Andrea Harrys, no Lena —digo.
Me miran con compasión.
—Amor, estás teniendo una crisis de nuevo, vamos a casa —la misma señora me toma de la mano.
—¡No! Yo no sé quién es usted. ¿Dónde está mi mamá? —digo, y veo dolor en su rostro.
—Yo soy tu madre —solloza.
Empiezo a negar con la cabeza. Esto no puede ser. Debo irme de aquí, debo alejarme de estas personas. Doy dos pasos atrás, pero, como si el suelo desapareciera, siento que caigo en un profundo vacío.
Tengo miedo, estoy perdida y nada de esto tiene sentido.
¿En dónde estoy?
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
—Si tuvieras que elegir entre el sol o la luna, ¿con cuál te quedas?
—Con ninguno, el sol es muy caliente, la luna es muy fría, pero juntos crean la perfecta sincronización. El sol es la calidez que la luna necesita; la luna es su perfecta compañera. Así que, o los dos, o ninguno.
—Nosotros podemos ser la excepción, podemos ser un eclipse, nuestros corazones laten juntos...
...Nuestros corazones laten juntos
...Nuestros corazones laten juntos
—Lena, despierta. ¡Despierta!
Despierto sobresaltada. Esa voz es... ¿quién es?... esos ojos grises. ¿Por qué duele tanto pensar en esta persona?
—¿Por qué lloras? —inquiere la joven parecida a la señora que dice ser mi mamá.
—Yo... no lloraba —me toco las mejillas y sí, estaba llorando—. Escucha, no sé quién eres, pero yo no soy Lena.
La chica me mira con pena, suspira y me abraza.
—Soy Julia, tu hermana mayor, tu confidente. Escucha, sé que estás pasando por un mal momento, pero ya basta de eso, ¿sí?
—Digo la verdad, no sé en dónde está tu hermana, pero... te juro que no soy yo.
La chica baja la cabeza y mira para otro lado, solloza, y yo, por más que quisiera, no puedo hacer nada.
Me levanto de la cama y observo todo a mi alrededor. Esto es súper pequeño, se ve muy humilde y ordenado, se siente... acogedor. Pero debo irme.
Debo salir de aquí, debo volver a casa. Mamá ha de estar preocupada y papá... él estará deshecho. Si lo busco, él me ayudará; soy su princesita, él entenderá.
Debo salir de aquí como sea.
—Ah, yo... Julia, necesito ir al baño —me mira esperando que continúe.
—¿No... sabes dónde está? —pregunta preocupada.
Niego con la cabeza.
Julia me indica adónde está y, cuando entro, observo un espejo en la pared. Me acerco y sé que nada, absolutamente nada en el mundo, te prepara para esto...
Este... no es mi cuerpo.
¿Quién... soy?
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Una chica de pelo castaño, ojos azules, de 1.67, está parada frente a mí, pero cada movimiento que hago lo repite. Sé que es un espejo, pero...
¡Esta no soy yo!
Para empezar, aparenta 20 años de edad; mis ojos eran verdes y los de ella son azules; mi cabello era rubio y ella lo tiene castaño, y yo estaba por cumplir 24 años.
A parte, este lugar, al igual que la chica, se ven demasiado humildes. No es mi estilo. No soy yo.
Esto es una locura... ¡Esto no es cierto!
Me repito eso una y otra vez, pero por más que abro y cierro los ojos, ella sigue allí, frente a mí.
—Lena, ¿estás bien? —pregunta Julia.
—S... sí —nada más sale de mi boca.
Salgo del baño con un gesto muy diferente al que llevaba cuando entré. Entré con esperanza...
Esperanza a volver.
Pero salí con muchos sentimientos mezclados, y ninguno bueno.
—Julia —ella voltea—. ¿Quién soy?
Debo saberlo, debo entender por qué.
Debo regresar.
Julia, mi supuesta hermana suspira, me mira con entendimiento y me jala a un lado de la cama en la que había estado anteriormente.
—Eres Lena Davis, mi hermana menor, hija de Lucas Davis y Anna Martins. Muy buena chica, buena estudiante y la mejor repostera del mundo —sonríe.
—¿Cómo...? ¿Cómo fue que casi muero?
Saber... el saber es sinónimo de conocimiento y el conocimiento es poder, y es lo que yo necesito: saber para poder.
—El doctor prohibió hablarte del tema; tienes que recuperar tus recuerdos sola —se levanta, pero no la dejaré irse, no así, no sin antes obtener una respuesta.
—¿Yo... alguna vez te he pedido algo con tanta pasión? —se detiene y regresa.
Sonriendo.
—No me lo has pedido con tanta pasión y, si así fuera, esta vez no cedería —asegura mientras busca algo en un cajón dentro del clóset—. Peeero... hace muchos años, aproximadamente 5 años, me pediste que te regalara un collar que encontré en el trabajo. Apenas lo viste, te gustó y te lo di.
Sonríe melancólica. No sé qué fue lo que pasó, pero... juro que como que me llamo...
Olvidémoslo.
Solo juro que descubriré lo que pasó. Es más que obvio que no recuperaré la memoria de esta chica, pero siento que debo hacerlo y lo haré.
Al menos mis recuerdos.
—Es este —me enseña el collar y...
Casémonos y demostremosle al mundo que lo que digan, nos importa un cárajo... ¿aceptas, amor?
¿Alguna vez te he dicho que mi corazón es tuyo....?
¡No puede ser...!
¿Acaso él...?