— ¡¿Por qué le dijiste a Nina esas cosas de Jared?!
Mi entrada en el despacho de mi madre fue como un vendaval de furia e indignación juntas; me sentía enojada, molesta y frustrada por la falta de escrúpulos que cada día se hacía más notoria en Úrsula.
— ¿Disculpa? —Cuestiono alzando solo una fracción de su rostro en mi dirección a través de la montura de sus lentes—. No veo la necesidad de que entres a mi estudio con esos modos tan… grotescos. Te calmas y me explicas que sucede.
Dejo a un lado los papeles que estaba examinando antes de mi aparición inesperada y se recostó hacia atrás en su cómoda silla, juntando sus manos a la altura de su mentón.
—Acabo de dejar a Nina en su casa hecha un mar de llanto porque tú —di unos pasos hasta quedar de frente a su escritorio, zarandeando mis manos—, le dijiste no sé qué tantas cosas sobre Jared. ¿Por qué te gusta tanto fastidiar la felicidad de otros?
Enarco una ceja y ladeo una de las comisuras de boca.
— ¿Eso es lo que piensas de mí?
—Bueno