Me he quedado a su lado en completo silencio, haciéndole compañía a su soledad, misma soledad que por años ella se había encargado de cultivar en su interior; sus ojos verdes parecen perdidos en lo profundo de sus recuerdos.
La música ya no suena tan alta y ahora se reproduce un mix ochentero, Waiting for a Girl like you del grupo musical Foreigner. El ritmo suave hace que mi madre comience a mecer su cuerpo, tarareando en voz baja la letra, pero frustrada por su hablar lento, desiste y se deja caer su cabeza sobre mi regazo; ambas estamos sentadas sobre su escritorio de cristal.
—Eres toda una preciosidad —murmura viéndome con sus ojos empequeñecidos por el alcohol en su sistema—. Te pareces tanto a tu papá.
Mi cuerpo esta entumecido ante lo inesperado de su actitud cariñosa; esta es la misma Úrsula que conocí en mi infancia, la mujer amable y afectuosa, rebosante de amor para dar. Esta es la madre que yo recordaba y sé que puede ser algo egoísta de mi parte, pero necesito sacar pr