—¿Ya no viviré con ustedes? —Fue la pregunta que hizo Emma a Lolita en la mañana del día siguiente de la despedida. Los ojos de la pequeña se hallaban cubiertos de lágrimas.
Lolita la abrazó y acarició su rubia cabellera.
—Siempre vivirás con nosotros, la señora Cassandra es la tía de tu mamá, y desea conocerte —mencionó con calidez—, ella está dispuesta a dar la firma para que nosotros te adoptemos.
Emma retiró su rostro del pecho de su madre y la miró a los ojos.
—¿No me mientes? —cuestionó temblorosa.
—Sabes bien que jamás lo hago —informó.
—Tengo miedo —confesó la pequeña.
—Nosotros te vamos a proteger —intervino Alexa con inocencia, y abrazó a Emma.
Lolita miró con ternura a ambas, y las abrazó.
—Es cierto, no temas, nosotros te vamos a proteger, Alex ya fue a hablar con los abogados, te juro que no nos van a separar —aseveró.
El corazón de Emma se tranquilizó al escuchar a su madre, suspiró, y se dirigió a jugar con Alexa. María Dolores se quedó tranquila, y e