Oaxaca - México.
Al día siguiente.
Lolita intentaba concentrarse en su trabajo, y pasaba la mayor parte del tiempo ocupada entre la agencia de viajes, y los pedidos que tenían Pau y Sam.
Como todos los días mostró una amplia sonrisa al entrar al edificio en donde funcionaba las oficinas de la agencia, en sus manos sostenía un helecho, con el cual iba a adornar el lugar.
Luego de colocar la planta en el sitio que había adecuado, encendió el computador y se puso a revisar los pendientes, y a confirmar las reservaciones en los hoteles, y así mismo coordinó con la asistente de Óscar el retiro desde el aeropuerto de los turistas interesados en visitar el palenque.
Una hora después miró a un joven golpear el vidrio de la puerta principal, aquel muchacho sostenía en sus manos un hermoso arreglo de flores. Lolita frunció los labios, y creyó que aquel chico se había equivocado.
—Hola —saludó ella con una sonrisa.
—Buenos días —contestó el joven—, tengo un pedido para la señora María Dol