Alejandro bebió otro trago de tequila.
—Mi papá me puso vigilancia, y cuando Lolita y yo viajamos a Salento, el escolta se dio cuenta de que nos fotografiaban y seguían, me informó de lo que estaba ocurriendo en privado —explicó la mirada se cristalizó. Suspiró recordando aquel paseo—. Esos días recuperé casi por completo la memoria, entonces le pedí ayuda a mi papá —resopló—. Confirmé mis sospechas cuando Jacqueline apareció en la hacienda. —Pausó y los labios le temblaron—, tuve que tratar mal a Lolita. —Negó con la cabeza—, le dije cosas horribles…—su voz se fragmentó—, solo espero algún día recuperarla. —Presionó sus puños con fuerza, y cerró los ojos.
Oliver respingó, y observó con pesar a su amigo.
—Lo que importa, es que ahora se encuentra protegida, y está en buenas manos —declaró el joven—. Sam está un poco loca, pero estoy segura de que alegrará a Lolita, y no permitirá que te olvide. —Elevó una de sus cejas.
Alex bebió otro trago, intentó sonreír.
—Eso espero.
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