Capítulo 18

Rose finalizaba de revisar unas facturas, al escuchar el ruido de unos tacones, levantó su rostro, la sonrisa que perfilaban los labios de María Dolores lo dijo todo, además que sus ojos tenían un brillo muy particular.

—¡Lo hiciste! —exclamó Rose acusándola con el dedo, sonriendo divertida.

Las mejillas de Lola se encendieron, y abrió sus ojos con amplitud.

—¿Se me nota, tanto? —indagó con curiosidad.

Rose soltó una sonora carcajada que retumbó en las paredes de la oficina.

—¡Caíste!

María Dolores rodó los ojos, y tomó asiento frente a su amiga.

—No es lo que estás pensando —expuso aclarándose la garganta, sin embargo, sin entrar mucho en detalles le habló a su amiga sobre el infinito placer que la lengua de Alex le proporcionó la noche anterior—. Jamás imaginé que a esta edad pudiera sentir cosquillas en el estómago, y ese estremecimiento que hace palpitar mi centro cada vez que lo veo, o se me acerca —resopló, llevándose la mano a la frente.

Rose torció los labios, y arrugó
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