Olivia lo miraba, su rostro expresaba un poco de sorpresa, pero su corazón latía emocionado, aun así, no quiso revelarse como una damisela rendida a los encantos del príncipe azul.
–Me sorprende tu audacia, no me esperaba esa declaración.
–¿En serio te sorprende? Pensé que había dado suficientes indicios, hace días estuvimos a punto de besarnos y esa no fue la primera vez.
–Vas bien Adrián –decidió decirle de una buena vez–, aunque pienso que esto sería bastante complicado de sostener.
–¿Por qué?
–Porque sigo aspirando a un romance de novela, quiero detalles, atención, caricias interminables, risas espontáneas y conversaciones profundas; deseo planear un futuro junto al hombre que me conquiste, mi mayor deseo es presentarme con el rostro pintado de orgullo cuando esté frente a mi familia diciendo: “Este es el hombre que amo y que me ama como siempre soñé.”
–Yo también tengo mis aspiraciones al respecto.