Adrián observó el sonrojo de la capitana al estar frente a su tío y arqueó una ceja, invadido por la curiosidad, no veía el momento de quedarse a solas con ella para indagar más sobre sus sentimientos hacia Tiberius Wellington, se reclamaba internamente por lo absurdo de la situación, sin embargo, había una necesidad imperiosa creciendo en él por saber qué le pasaba a ella.
–Capitana, aquí está su cubículo –mencionó y la tomó por un codo alejándola de su tío y del sargento.
–¿Cubículo? Este lugar es más grande que mi oficina en la base.
–Bueno, así trabajará cómodamente, allí tiene un mini refrigerador, lo acostumbramos porque a veces no tenemos oportunidad de hacer una comida completa.
–Entiendo, pero eso no me preocupa soy muy resistente –respondió ella.
–¿Ah sí? ¿Qué tanto? –preguntó él con atrevimiento y en voz baja, pero ante la mirada de la capitana se arrepintió enseguida.
–Haré caso omiso de su pregunta –c