—Sé que puedes —dijo esa parte masoquista en mí.— ¿Quieres que hablemos un poco de lo que pasa? Y después tenemos sexo, Hades quiero que tomes el control.
No sabía por qué estaba diciendo eso, quizás solo quería descubrir y demostrarle que si podía controlarse, me acerque y comencé a besarlo, él me pedía que me detuviera.
No le estaba haciendo caso, tomo mis manos y me pidió detenerme.
—No hagas esto, te deseó Hades— dije—era él quién me detenía y yo quien insistía.
Continúe besándolo, él era realmente muy alto por lo que cuando se resistía me era imposible alcanzar sus labios.
—Por favor Hades, podemos hacerlo —pedí.
Poco a poco fue cediendo hasta que nos encontrábamos en el acto, sí que estaba haciendo un esfuerzo, sus manos apoyadas en la cama con mucha fuerza y la forma en la que apretaba su mandíbula, me hacían notar que le estaba costando mucho mantener el control, en ocasiones me penetraba fuerte, se ponía rudo, alcanzaba a detenerlo.
Fueron muchos los intentos de perder