Romeo frunció el ceño: —¿Nada?
—Sí —dijo su amigo—. He oído que se casó muy joven, pero ella y su marido no deben de tener una buena relación, los vecinos de la familia Estrella no parecen haberle visto, y no parece caele bien a los Estrella, pues no quieren ni mencionarlo.
Tras decir eso, el amigo de Romeo hizo una pausa: —Además, ya tienen una hija.
Romeo levantó la cabeza, sospechando que había oído mal: —¿Qué has dicho?
—Es verdad, y me quedé de piedra cuando me dieron la noticia, porque no se nota para nada.
Efectivamente, llevaba mucho tiempo trabajando en Tylerty y nunca había oído a Rebeca mencionar a su hija.
No lo parecía de ninguna manera...
Al ver esa cara de asombro en Romeo, su amigo le preguntó: —¿Te cuento el resto?
¿Quería preguntar si le seguía gustando Rebeca sabiendo que ya se había casado y tenía una hija?
Si no era así, no tenía sentido contarle más.
Romeo se quedó quieto y no dijo nada.
Sus condiciones podían calificarse de inigualables, pero su vida amorosa era