Poco rato después, recibí una llamada. Era José.
-Hola -digo al contestar.
-¿Cómo les ha ido? -me sorprendía que me lo preguntara.
-Ha salido bien. Pero conoces a Jorge.
-Te aseguro que no se acercara a ti de nuevo -asegura firmemente-. Me ocuparé de ello.
-José -digo entrando en la cocina-, no debes hacer nada. Puedo cuidar...
-Me da igual -su tono fue brusco-. Lo siento -dice tras dar un suspiro-. Una vez en tu vida deja que alguien cuide de ti, Karla.
-Está bien -respondo con una sonrisa. Fue impresionante escucharlo hablar así-. Sólo no te metas en problemas.
-No lo haré -y cuelga sin dejar que diga mu.
Al salir de nuevo a la sala, vi a David y Alejandro hablando animadamente. Voltearon y ambos me sonrieron.
-Está enamorado de ti -dice alguien tras de mí-. Se nota -y al darme cuenta era su madre.
-Oh -le sonrío-. Le aseguro que no está enamorado solo.
-También se nota, querida -dice colocando una mano en la mía-. Gracias.
-¿Por qué? -pregunto confusa.
-Amb