Adara Santoro
—Adara—me agitan
Frunzo el ceño molesta mientras me acomodaba en la cama bastante agotada, todo me dolía y aún tenía sueño.
—Adara, ya despierta—insisten
Abro los ojos pesadamente y llevo mi mano hacia ellos, me los froto tratando de despertar y miró hacia el frente donde Zaria me miraba fijamente.
—Ya era hora—suspira—es más de medio día
—¿Como?—la voz me sale rasposa
—Son casi las dos se la tarde y tú sigues durmiendo—dice Zaria acomodándose a mi lado
—Ay dios—me quejo
—¿Cómo estás?
—¿Cómo crees que estoy?
Zaria hace una mueca y se cruza de brazos.
—¿Te hizo daño? ¿Debo de gritarle todo en su cara?
—No me hizo nada—respondo
—¿Cómo?
Me siento en la cama y tomo la liga de cabello de la mesa de noche para atar mi cabello en una coleta alta.
—No pasó nada anoche, tenía las intenciones de que me dejara tocar por él, pero no fue así. No deje que me tocara, lo aparte apenas empezó a besar mi cuello—le relato
—¿No te forzó?
—No—niego
—¿No te golpeo?
—No
—Vaya—se sorprende—. Si