12 de abril de 2018
Frente un gran tocador estaban a mi alrededor tres mujeres que se encargaban de maquillarme y peinarme para la ceremonia, los nervios los tenía a mil mientras que mis ganas de llorar aumentaban.
Había recibido tres regaños de una de las estilistas por la caída de mis lágrimas, a pesar de que trataba de no que esto no me ganará, todo me resultaba imposible. Era muy difícil todo.
—Por favor deja de llorar que el maquillaje se corre—pide por cuarta vez
—Perdón—susurro
Seca mi lágrimas con cuidado y retoca el maquillaje, siento unos tirones en mi cabello y me queje por ello mientras que por el espejo del tocador veía el vestido blanco de novia, en la puerta estaba Stephen que se encargaba de mi vigilancia las veinticuatro horas del día.
La puerta se abre y es Antonella quien entra con un vestido largo de color rojo carmesí y un maquillaje elegante. Me sonríe al verme.
—Estas quedando hermosa—me alaga
Trato de sonreír pero solo me sale una pequeña mueca que ella nota, A