Capítulo 5

Cuatro años más pasaron con rapidez, sin dar cuenta de nada y la vida seguía su curso. 

Amelia tenía 8 años, era una joven muchacha llena de energía y curiosidad. Pese a ser humana rodeada por cambiaformas, para ella era normal. 

Si bien sabía que ella no era 100% parte de ellos, se sentía como una más. Sus papás desde que ella fue consciente de los cambios que habian a su alrededor le contaron cómo la encontraron, la historia de la manada y las reglas que implican.

Ella no tenía problemas con eso, amaba el lugar donde vivia y a sus amigos, que siempre eran más cuidadosos con ella ya que al ser humana era más fragil, pero no menos valiente. 

James por su parte seguía en la misma situación de negacion, pese a que sabía que con cada año que pasara sería más dificil hasta el punto donde no podría negarlo más, se mantenia fiel a su palabra de mantenerse alejado de ella. 

O al menos lo intentaba.

El lazo entre ellos cada vez tomaba más fuerza y para mala suerte, al ser él la parte lobuna, le afectaba más la unión. Ya que Amelia al ser humana y no reclamada, no sentía con tanta fuerza el vínculo. 

Desde la distancia James obersaba como Amelia saliá del colegio seguida por sus compañeros, era una rutina que él ya sabía de memoría. 

Salían y caminaban todos juntos por las tranquillas calles de la manada, el grupo reduciéndose cada cierto tiempo ya que pasaban por sus casas respectivas. Amelia siempre era la última en llegar a la suya, ya que sus padres tenían una casa casi en las orillas del territorio, cerca de la mansión de James.

Pero no por ir sola caminando las pocas cuadras significaba que estaba desprotegida, no. Porque el Alpha siempre la seguía de cerca, nunca la perdía de vista y se habia otorgado la mision de siempre acompañarla a la distancia por órdenes de su lobo.

Aquel que hace años no sentía, pero que desde que la pequeña rubia de ojos miel apareció en sus vidas habia poco a poco vuelto a hacerse presente. 

James caminaba por los bordes del bosque atento a cada paso y actitud de su pequeña humana, mientras ella ya caminaba con la última compañera que en breve la dejaría sola. Escucho como se despedían, se abrazaban y reían prometiendo verse mañana en un nuevo día.

Él mismo sonrió ante la brillante sonrisa de la pequeña humana y en cómo las trenzas se movían sutilmente con cada movimiento que ella daba, en como el sol reflejaba en sus cabello haciéndolo brillar y el aura que ella desprendía que solo lo tentaba a acercarse.

Una notificación sonó en su bolsillo y maldijo internamente por tener que contestar y apartar los ojos de su pequeña. La miró brevemente asegurandose que no habia peligros cerca mientras ella brincaba camino hacia su casa que solo estaba a dos cuadras y cuando estuvo satisfecho con su entorno saco el movil del telefono.

–Que sea breve –dijo con seriedad.

–¿Dónde estás? –su beta habló–. Recuerda que hoy es la reunión con los nuevos reclutas, debes estar presente. 

–Aún queda tiempo para eso –habló viendo a la pequeña caminar–. Es temprano.

–Es una hora más, además tenemos un problema.

Eso llamó la atencion de James y se detuvo mirando en dirección hacia la mansion.

–¿Qué sucedió?

–Los guardias fronterizos notaron movimientos extraños anoche cerca del río –mencionó logrando que el Alpha frunciera el ceño–. No vieron nada en especifico, pero hay huellas y restos como de fogatas.

–Quizas solo sean excursionistas –dijo volviendo la vista hacia la humana, pero su corazón latío salvajemente en su pecho al no verla–. Mantenme informado, debo irme.

–Espera…

No oyó más cuando colgó la llamada mientras salía de las sombras del bosque a la calle en busca de la pequeña rubia, aún faltaban casas para la suya, “¿donde estaba?”.

Agudizó sus sentidos y surgió el aroma dulce que ella desprendía en conjunto con su voz que susurraba palabras en un tono meloso. Corrió en esa dirección notando que ella se habia desviado adentrandose levemente en el bosque, pudo verla a la distancia hincada junto a un arból hablandolé a algo, pero no podia ver aún que era.

–No te preocupes, yo te ayudaré –la escuchó hablar y forcejear con algo–. Luego te llevaré a casa y te cuidaré.

James frunció el ceño hasta que estuvo junto a ella y notó con quién hablaba. 

–No te muevas, intento ayudarte –le habló al conejo blanco que estaba en una trampa–. No te haré daño.

Amelie escuchó que alguien se detuvo junto a ella y levantó la vista encontrándose con los ojos café del Alpha. Una gran sonrisa se instaló en su rostro y su cuerpo se relajó porque supo que él podría ayudarla.

–Hola! –se colocó de pie limpiando torpemente sus rodillas antes de acercarse a él y tomarlo de una mano–. ¿Me puedes ayudar? No puedo romper la trampa.

Lo arrastró con ella hacia el suelo, logrando que cayeran ambos de rodillas junto al esponjoso animal que forcejeaba con su pata en la simple trampa. James se regocijo intermante ante el contacto que ella habia tenido con él y no pasaba por alto el hecho de que ella ignoraba el hecho de que él era el Alpha. 

Porque muchos se hubieran reverenciado ante él, pero ella lo trataba como alguién normal.

–¿Cómo diste con él? –preguntó él analizando la trampa.

–Venía caminando hacia mi casa –apuntó hacia atrás–. Y escuché un pequeño chillido así que me acerqué y lo encontré.

James asintió tomando la cuerda entre sus dedos antes de romperla.

–Debes tener más precaución pequeña –habló intentando soltar la pata del conejo de la cuerda ya cortada–. No puedes simplemente acercarte al primer ruido que escuches, no siempre será un conejo.

Ella frunció el ceño y lo miró atentamente.

–No podía dejarlo aquí solito

–Lo sé, sé que tus intenciones son buenas –habló viéndola fijamente–. Pero debes tener más cuidado ¿sí? –Soltó finalmente al animal, lo tomó en brazos mientras se retorcia por soltarse y se lo entregó a ella–. Ahora es tuyo. 

Una hermosa sonrisa se instaló en el rostro de la humana olvidando completamente lo que el Alpha le habia hablado centrando toda su atención en el animal que se calmó instantaneamente al estar en brazos de ella.

–Muchas gracias –sonrió abrazándolo contra su pecho.

James sonrió satisfecho y su lobo ronroneó casi impercebtible ante la acción haber podido ayudarla y lograr la sonrisa en su rostro.

–¿Tus padres no se enojarán por llevarlo? –consultó ayudándola a colocarse de pie y quitandole la mochila de la espalda.

Ella negó con la cabeza y comenzó a caminar con él a su lado.

–No lo creo –dudó por un segundo–. Yo lo cuidaré, me haré responsable de él.

–Debes comprarle alimento y sus propias cosas, es una gran responsabilidad pequeña, ¿creés que podras?

–Sí –respondió firmemente ella–. Sí puedo.

James sonrió y caminaron conversando cosas vagales antes de llegar frente a la casa de la pequeña donde su madre miraba con preocupacion la calle desde la pequeña terraza que tenía la casa en la parte delantera. 

–Ahí estás –Lila corrió a abrir la cerca–. Me preocupé cuando no llegaste y tampoco me avisaste si irias a algun otro lado. 

–Lo siento mamá –respondió la pequeña con voz suave–. Este conejito estaba en problemas y lo ayudamos. 

En ese momento Lila cayó en cuenta que su hija no estaba sola y se enderezo para hacer una leve reverencia con la cabeza hacia su Alpha. 

–Alpha buenas tardes –saludó la mujer—. Almenos ahora sé que no andaba en problemas.

–Justo iba pasando y la vi con el conejo así que me detuve a ayudarla –mintió el hombre entregando la mochila a Lila–. Ya me tengo que ir, pero fue un gusto.

La mujer miró atentamente a su Alpha y estaba segura que mentía, que lo más seguro esque el vigilaba a su pequeña hija y notó lo que sucedía. Ella sabía que él intentaba alejarse, pero si sus suposiciones eran ciertas, era solo cosa de años para que la verdad saliera a la luz.

–Amelia recuerda lo que hablamos ¿sí?

La pequeña que estaba absorta en su pequeño conejo alzó la vista para mirarlo con las cejas fruncidas.

–¿Qué cosa? 

James bufó, pero la empujó sutilmente por la espalda para que entrara en su hogar. 

–No siempre debes acercarte al primer ruido que esuches, debes ser precavida.

–Pero…–ella ladeó la cabeza con confusión–. ¿Tú siempre estarás ahí para cuidarme no?

James se quedó estatico ante la pregunta, pero carraspeó antes de asentir levemente.

–Entonces no hay problema, tú me cuidas –sonrió ella adentrándose en su patio–. Adios lobo protector.

–¡AMELIA! –gritó su madre mirándola con reproche mientras la niña entraba en su hogar junto a su nueva mascota–. Lo lamento Alpha, hablaré con ella por el apodo.

James negó y una pequeña sonrisa tiro de sus labios viendo a la rubia perderse tras la puerta.

–No te preocupes –le habló a la mujer antes de voltearse–. Nos vemos.

Camino nuevamente hacia el bosque adentrándose en él y volviendo a sus quehaceres, pero con la sonrisa aún en su rostro.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App