Los años siguieron pasando y mientras para muchos las cosas seguían el curso de la vida, para el Alpha de la manada pareciera que no avanzaba nunca. Porque si bien él no quería admitir que la pequeña humana era su pareja, sabía que algo inevitable y que tendría que afrontar en un futuro cercano.
Amelia ya tenía 15 años y pese a que ahora su relacion era más cercana ya que el Alpha siempre la acompañaba a su casa cuando se separaba de su último amigo, caminando con ella las pocas cuadras que le quedaban él sabía que para ella él solamente era el líder de la manada.
Que no sentia el lazo de unión como él, porque las consecuencias de estar con ella todos los días era que el vínculo de compañeros en él se activará y lo sintiera a flor de piel.
Las ganas de estar con ella, el olerla, el sentirla, todo se habia intensificado. Pese a sus esfuerzos por mantenerse al margen de la situación debido a la realidad que lo rodeaba en torno a su pequeña humana, no habia podido luchar contra su naturaleza.
–¿Me estás escuchando siquiera? –la voz de su beta atravesó la neblina de pensamientos de James.
Alzó la vista de los papeles que tampoco leía y suspiro.
–Lo lamento, estoy distraido –se disculpó–. ¿Qué me decías?
Un pequeño bufido salió de su beta, pero internamente sonrió porque sabía que la razon de aquella distracción era la pequeña humana la cual rogaba internamente se convirtiera en su luna en un futuro proximo.
No solo por el bien de la manada, sino por el bien de su amigo, porque él sabía todo lo que haia sufrido el Alpha con la anterior luna.
–Te decia que ya se fijó la fecha para la fiesta anual de Alphas, es dentro de dos semanas.
Un quejido salío del pecho de James ante aquella noticia, odiaba ir a esos bailes. Cuando estaba su antigua luna eran más pasables, pero desde que la tragedia los alcanzó y ella murió las miradas de lástima o intentos de unirlo a otra persona siempre salían a relucir.
–¿Tengo que ir? –preguntó–. Podrias ir tu en mi reemplazo.
–Sabes que no puedo –su beta rió–. Aunque quisiera salvarte, no podemos. Solamente Alphas están permitidos y sus compañeras.
–Lo sé, pero odio ir a esas cosas –dijo mientras comenzaba a ordenar los papeles en su escritorio–. Las miradas puedo soportarlas, pero que las parejas de los otros intenten unirme a sus hijas o conocidas lo detesto.
–Bueno, puedes decir que ya encontraste pareja…
James miró a su beta que se encogia de hombros ante aquel comentario, sabía que era arriesgado decirlo, debido a que su Alpha aún no aceptaba completamente la unión, pero con el paso de los años estaba más amigable con el tema, ya no estaba tan reacio a la situación.
–No puedo hacer eso –suspiró guardando las últimas cosas y colocándose de pie–. No es 100% seguro aún, lo sabremos hasta su cumpleaños 18 con seguridad –paso junto a su beta hacia la puerta–. Además, no quiero exponerla…puede que sea mi segunda oportunidad, pero muchos querrán saber cómo es posible ya que no se ha visto muchas veces esta situación.
–Tienes razón –afirmó su beta viéndolo con el ceñi fruncido–. ¿A dónde vas?
–Caminatas de rutina –mencionó saliendo por la puerta de su despacho.
El beta miró su reloj aun en con el ceño fruncido y negó con la cabeza con una sonrisa, era la hora de salida del colegio. Iba por ella.
Amelia por su parte miraba con impaciencia el reloj sobre la pizarra de su salón, contaba los minutos para salir de clases y comenzar a caminar a su casa. Porque en el fondo y no sabía el porqué anhelaba encontrarse con el lobo protector.
Las caminatas junto a él ya eran recurrentes hace años, en donde apenas se separaba de su última amiga él se unía a ella acompañándola las últimas cuadras hasta separarse fuera de su casa.
Le gustaba estar con él, sentir su olor masculino y su compañía. Pese a que casi siempre las conversaciones eran sobre el día de ella, habia comenzado a preguntar también por el suyo.
Queria saber más de él, lo que hacía durante el día, los quehaceres que ser Alpha incluía, pero él se mostraba reacio a proporcionar informacion. Quizas no quería aburrirla o quizas quería protegerla, no lo sabía.
Como tampoco sabía el porqué de las ganas de estar junto a él. Quizas debía preguntarselo, él podria tener las respuestas a sus inquietudes, porque no solo era el anhelo de verlo sino que también habia comenzado a tener sueños con él.
Raros, ya que ella generalmente no sueña con nada.
–Aunque eso también es raro –susurró para ella misma al mismo tiempo que sonaba el timbre.
Comenzó a guardar sus cosas rapidamente con una sonrisa en el rostro y los nervios fluyendo por su cuerpo, hoy tenía un plan.
Planeaba decirle a sus amigos que no podría caminar con ellos y así tendría más tiempo con él.
–¿Vamos? –le preguntó José, uno de sus amigos mientras se colocaba la mochila en la espalda.
–No puedo hoy, debo recoger unos papeles en recepción –mintió–. Así que caminaré sola.
José la miró mientras olfateaba levemente el aire y notó que mentia, pero no dijo nada al respecto.
–Como quieras –se encogió de hombros–. Yo le digo a los chicos que te irás después.
–Super, muchas gracias –le sonrió–. Adios.
Lo saludo con la mano mientras caminaba en dirección a la recepción, se quedó de pie fingiendo ver las paredes y los cuadros que colgaban ahí sonriéndole también a las trabajadoras que la miraban con curiosidad.
Se acercó a la ventana para ver si sus amigos ya se habia ido y suspiro dándole unos minutos más cuando los vio recien comenzando a caminar en rumbo a sus casas. Al mismo tiempo el Alpha desde las sombras fruncia el ceño al ver a los amigos de su humana, pero no a ella.
Miró los alrededores en busca de ella y olfateó el aire levemente logrando que la preocupación creciera en su pecho porque podía olerla en el edificio. Se mantuvo oculto un par de minutos más, pero la ansiedad de saber si estaba en peligro o quizas dañada le ganaron y salió en busca de ella.
Camino apresuradamente entre los estudiantes que quedaban ignorando las miradas y comenzó a subir las escaleras de la puerta principal cuando esta se abrió y su pequeña humana aparecía frente a él.
–¿Estás bien? –preguntó James apresuradamente acercándose a ella y recorriendola con la mirada–. ¿Sucedió algo?
Sus manos fueron a sus hombros y comenzó a tocar sus brazos hasta su rostro con preocupación y sin poder evitarlo.
Ella sonrió y negó con la cabeza mientras él la hacía girar para seguir revisando que no tuviera ninguna herida visible.
–No me sucede nada –rió levemente Amelia dejándolo observar.
–Demoraste mucho en salir, me asusté.
–¿Cómo sabes que me demoré? –preguntó ella alzando una ceja.
Aunque ya sabía la respuesta, él siempre estaba observandola. James carraspeó ligeramente y se alejó unos pasos cuando noto finalmente la cercanía entre ellos.
–Yo eh…–se rascó la nuca incómodo–. Siempre te veo con tu grupo y hoy pase por aquí y no te vi, asumí que quizas algo te habia pasado.
Ella ladeó la cabeza ya que sabía que mentía, pero no lo corrigió.
–Bueno, ¿me acompañas a casa? –preguntó ella comenzando a caminar dejándolo atrás un par de pasos.
–Claro –respondió él con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Caminaron en silencio las primeras calles simplemente uno al lado del otro, rozando sus brazos de vez en cuando y regodeandose de la compañía del otro.
–¿Cómo estuvo tu día? –preguntó él finalmente rompiendo el silencio comodo entre ambos.
–Estuvo bien –ella se encogió de hombros–. Nada muy interesante que contar, ¿el tuyo?
Él dudó antes de hablar, pero notaba que cada vez que él evitaba hablar de sus cosas ella se decepsionaba un poco.
–Tranquilo, firmar algunos permisos para mejoras en las calles, de construccion y esas cosas –mencionó notando como ella sonreía y lo miraba atentamente–. También me llegó la invitación a la gala anual.
–¿Qué gala? –preguntó emocionada.
–Es una que se hace con los alphas de las manadas cercanas, se hace cada año.
–¿Y para qué?
–Principalmente es para que se conozcan los nuevos Alphas siesque hubieron cambios, mostras a sus parejas aquellos que han encontrado a sus compañeras –mencionó viendo de reojo a la pequeña humana–. También se habla sobre estrategias, proteccion de manadas y cosas aburridas de Alphas.
Una risa brotó de Amalia que calentó el pecho de James y lo hizo sonreír.
–Suena divertido –mencincó ella.
–No tanto, no me gusta ir a esas cosas –admitió–. pero no tengo alternativa.
–¿Por qué no te gusta? –frunció el ceño viéndolo.
–Porque…
Sus palabras se vieron interrumpidas cuando la alarma de la manada comenzó a sonar. James se congeló un momento mirando a su alrededor viendo a la gente correr buscando refugio debido a que sabian las reglas.
–¿Q-qué es eso? –preguntó Amelia acercándose al cuerpo del Alpha buscando refugio.
James maldijo internamente y la tomo en brazos rapidamente comenzando a correr en direccion a la casa de su humana, ella se aferró como pudo al cuello del hombre ya que le tomó desprevenida aquel gesto y observó sobre su hombro como todos se escondían en sus casas y cerraban las cortinas.
–¿Qué sucede? –volvió a preguntar antes de que James llegará a la casa de ella–. ¿Alpha?
Los padres de Amelia salían corriendo de la casa en busca de su hija, la alarma aún no dejaba de sonar y el beta de James gritaba por su vínculo mental intentando ubicarlo, pero la prioridad de él era ponerla a salvo.
–¡AMELIA! –gritó su madre suspirando de alivio cuando la vio en brazos de su Alpha–. Entra apresurate.
James se adentro en el jardín caminando a la casa con rapidez, su beta seguía gritando órdenes e intentó ubicarlo mientras él dejaba a su humana dentro de su casa, le tomó la cara entre sus manos y conectó sus ojos con los de ella.
–Escondete, quizas no sea nada, pero hazlo –ordenó–. Hazle caso a tus padres y no salgas de la casa, ¿okey?
Amelia asintió como pudo con el temor fluyendo por su cuerpo, James la soltó y se dio vuelta para salir, pero una mano aferrándose a su brazo detuvo su andar.
–¿Y tú? –preguntó temerosa–. ¿A dónde vas?
–Debo ver qué sucede pequeña.
–P-pero puede ser peligroso…–susurró con el temor llenando sus ojos–. D-deberías quedarte aquí y…
–No puedo hacer eso, mi deber es protegerlos a todos –se acerquó para besar su frente–. Cuidate, nos vemos.
Salió corriendo por la puerta bajo la atenta mirada de los padres de su pequeña humana y corrió adentrándose en el bosque dejando a una Amelia preocupada viendo como la figura de su Alpha se perdia entre la densidad del bosque antes de que sus padres cerraran la puerta.
–¿Dónde? –gruñó James corriendo a toda velocidad en su forma humana–. ¿Que sucedio?
–Rogues, en la frontera sur –respondió su beta.
–Voy en camino.
Apresuró su paso y corrió lo más que puedo rogando que no fuera algo muy grande y solo anduvieran de paso.
Habian pasado años desde que tenían ataques y no quería comenzar a tener complicaciones ahora, justo que la encontró a ella. Sus pensamientos rapidamente fueron hacia su pequeña humana rezandole a la diosa Luna que la proteja en este momento.