—¿Qué es? —finalmente preguntó Alex después de un largo rato de silencio.
—Necesito llamar a mi padre —dijo Irene, todavía aturdida.
Agarró su teléfono y deslizó por la pantalla hasta llegar al número de contacto de Gavin. Luego presionó el botón de llamada, su respiración temblorosa. Esperaba que su tono no sonara tan frenético como su mente.
Miró hacia abajo a la pequeña bebé, todavía en el portador y envuelta en una manta rosa. Era tan pequeñita; estaba claro que había nacido temprano.
El corazón de Irene se estremeció al verla, sabiendo que era la bebé de Ethan, lo hacía difícil, pero esta bebé era inocente y adorable.
—Este no es buen momento, Irene —la voz de Gavin cortó su monólogo interno.
Irene se estremeció ante la dureza de su tono, y sabía que tenía que ser rápida o si no él le colgaría.
—Papá, es una emergencia —continuó diciendo en un solo aliento—. La bebé de Ethan está aquí, y no sé qué hacer.
Las lágrimas se liberaron de sus ojos antes de que pudiera detenerlas.
Podía