Finalmente rompí el beso de su boca y comencé a bajar por la nuca de su cuello. Mordí su oreja, besé el punto sensible justo debajo de la parte posterior de su oreja, ese que la hace estremecerse de placer y que se le erice la piel de sus brazos y piernas.
Mis manos se movieron hacia su cabello y hacia los botones de su blusa. Llevaba una blusa de botones, lo que me facilitó quitársela sin tener que dejar de devorar su cuerpo con mis labios.
A medida que su pecho se me revelaba, y su sostén de seda negro se mostraba, mi hambre solo crecía más.
Besé su escote, tomando ambos senos a través de su sostén con mis manos, apretándolos y provocándola. Ella arqueó su espalda y respiró hondo mientras yo continuaba devorándola, bajándole el sostén y revelando sus senos desnudos.
Dios, ella tenía el mejor par de senos. Perfectamente formados y sus pezones rosados ya estaban duros, suplicándome que los succionara. No los hice esperar mucho, ella jadeó cuando sintió mi lengua girando alrededor de un