De repente no podía soportarlo más; no estaba seguro si era por mi encuentro con los paparazzi, o el hecho de que Judy me estaba mirando como si hubiera matado a su gato, pero no iba a quedarme parado y dejar que esto continuara.
Solo fue una jodida cena, y ella iba a verlo desde mi perspectiva. Antes de que pudiera protestar, agarré su muñeca. No lo suficiente para lastimarla, pero lo suficiente para dejar claro que vendría conmigo le gustara o no.
—Vamos —dije, jalándola de su asiento y forzándola a seguirme fuera del salón de ceremonia.
—Gavin, ¿qué carajo estás haciendo? —jadeó, su cara roja y en llamas mientras me siguió al pasillo. No había nadie en el pasillo porque todos estaban demasiado ocupados con la ceremonia.
La jalé alrededor de la esquina donde estaba seguro de que no nos molestarían y luego la presioné contra la pared, clavando mi cuerpo contra el suyo. Sus curvas encajando perfectamente a lo largo de mi cuerpo tonificado, sus pechos subiendo y bajando con cada respira