Meredith y Kelsey se rieron y continuaron su charla.
Era como si hubieran olvidado que yo estaba ahí.
—¿Qué es ese olor asqueroso? —dijo otra voz desde cerca. Me congelé al escuchar esa voz—. Oh... eres tú.
Me volteé para ver a Sofía, la abuela de Ethan, acercándose a nosotras.
—¿Por qué estás aquí? ¿No deberías estar lamiendo tus heridas o algo así? Mi nieto te dejó por alguien mucho mejor. ¿No me digas que estás aquí para recuperarlo?
—No estoy aquí por eso, abuela —le dije, tratando de sonar lo más educada posible. Sin importar lo cruel que fuera la abuela Sofía, siempre me enseñaron a tratar a mis mayores con respeto, y no la trataría de manera diferente.
—No me llames así —siseó—. No soy tu abuela. Nunca lo sería. Incluso si mi nieto hubiera elegido casarse contigo. Me alegra que haya entrado en razón. Nunca fuiste lo suficientemente buena para él. Supe que tu familia era mala noticia desde el segundo que los conocí.
Fruncí el ceño ante sus palabras. Ella siempre había tenido una