Capítulo 1

Capítulo 1

Tiro de mi cabello al leer claramente el mensaje de texto que una de las modelos que salen con mi jefe, me envió cancelando la cita que tenía con el señor Maxwell esta noche. Miré rápidamente el reloj de pulsera que decoraba de una manera elegante y sutil mi delgada muñeca, mientras que abrí los ojos con demasiada exageración al percatarme de que casi eran las dos de la tarde.

Tomé rápidamente mi cuaderno de apuntes, alisé como pude mi falda y corrí con mi corazón desbordado hacia la salida de mi oficina en Maxwell Electronic. Hacía cuatro años que trabajaba para la compañía, entré a trabajar gracias a una amiga que también laboraba aquí, y aunque a veces por mi mente pasaba la idea de renunciar a mi trabajo, las deudas que me siguen ahogando día tras día no me lo permitían.

Mis tacones se enredaron haciéndome tropezar un poco apenas vi la silueta del señor Maxwell salir de la sala de juntas. Su mandíbula se hallaba tensa, mientras que su ceño ligeramente fruncido me hacía darme cuenta que las cosas no salieron como él lo deseaba. El temperamento de Damián Maxwell fue empeorando a través de los años.

Según algunas personas que llevaban trabajando para la familia desde hacía mucho tiempo, comentan que Damián era un jovencito sociable, sonriente y respetuoso que hacía sentir a todos en un ambiente cálido, pero luego del accidente en donde murió su hermano mayor, las cosas no fueron muy buenas para él.

Apresuré mis pasos apenas el cuerpo de aquel imponente hombre pasó por encima de mí, hoy llevaba puesto un conjunto azul marino que le hacía juego perfectamente con sus ojos cristalinos como el océano profundo.

Su mandíbula marcada, sus labios carnosos y gruesos, sus pestañas largas y definidas y ni hablar de su escultural cuerpo de Dios griego, lo habían convertido en el soltero millonario más condicionado de New York.

Y es que a sus treinta y seis años, la fortuna que había adquirido por si mismo, había sobrepasado a la de su propia familia; si bien, Damián era el orgullo de su madre, pero también su dolor de cabeza, y es que al señor Maxwell le encantaba su estatus de «Hombre sensual y libre» por lo cual la palabra «compromiso» no se hallaba en su diccionario.

—Cancela todas mis citas de hoy, Amatista…—Mordí mi labio inferior al escucharle llamarme por otro nombre. Su mirada seguía al frente, apenas entramos a su oficina, cerré con cuidado la puerta de la enorme habitación, el pelinegro se quitó con sumo cuidado la americana que llevaba puesta para luego dejarla en el espaldar de su silla.

Mis ojos parpadearon al ver como sus manos marcadas con esas venas que lo hacían lucir sensual, doblaron las mangas de la camisa que llevaba puesta hasta la altura de sus codos. Sus dedos penetraron las hebras oscuras de su cabello, para luego empezar a firmar una fila de documentos sin ni siquiera posar sus ojos sobre mí.

—¿Necesitas agua? —Preguntó arrugado salvajemente su frente.

—¿Disculpe? —escupí removiendo mis pies de un lado hacia otro.

—Es que pareces un maldito árbol allí sembrada, ¿Necesita que te rieguen? —una risita me hizo doler el estómago—, ¿Qué es esa cosa que llevas puesto? —señaló mi cara mientras que mis manos se deshicieron del labial color rosa que me había aplicado el día de hoy.

Mi respiración se volvió irregular y es que no entendía como he soportado todo este tiempo a este hijo de puta. —Rosaura…—Pronuncié el nombre de la súper modelo con la que mi jefe sostenía una aventura, obligándole por primera vez a mirarme a los ojos—, ella ha cancelado la…—Retrocedí violentamente al ver como una taza vacía de café, cayó a unos cuantos centímetros de mis pies.

—¡Arréglalo!—Su voz resonante y tosca, se impregnó en toda la habitación. Algunos trabajadores empezaron a vernos a través de los cristales de la oficina del presidente de esta compañía.—¡Si no traes a Rosaura esta noche al hotel Montecristo, date por despedida!—, mordí mi labio inferior con fuerza.—ofrécele mi villa en Cancún, si después de eso sigue diciendo que no, más te vale convencerla de cualquier forma… Ahora, vete…

Mi garganta estaba tan seca que no podía hablar o decir nada, mis piernas solo se removieron sobre la misma posición que tenía dentro del lugar desde que llegué, mientras que mis manos buscaban con desesperación mi teléfono móvil para contactar a Rosaura lo más rápido posible.

Algunas chicas que trabajaban conmigo me miraron con pesar, y es que para nadie era un secreto que trabajar para Damián Maxwell era casi un infierno. Su temperamento fuerte y la forma tan ruin en como trata a las personas que lo rodean, orilló a muchos de sus empleados a apodarlo: «el Diablo».

Saqué mi cartera de uno de los cajones de mi escritorio y corrí rápidamente hacia el estacionamiento de la compañía. Mis manos sudorosas encendieron mi coche mientras agregaba al GPS la dirección de la residencia de Rosaura Hilton. Al llegar al edificio Athenea, un grupo de hombres vestidos de negro y quienes resguardaban la seguridad de la super modelo, me pidieron mi identificación para permitirme el ingreso.

Una vez pasé todos los filtros de seguridad, subí desesperada hacia el apartamento de la rubia mujer. Miré una vez más mi reloj de pulsera y maldije al darme cuenta que faltaban tan solo media hora para la reunión que debería llevarse a cabo hoy entre mi maldito jefe y Rosaura.

Los ojos cafés de la hermosa chica delante de mí, se abrieron con exageración. Llevaba puesto un vestido rosado de látex que se ajustaba perfectamente a sus caderas y pronunciadas curvas. Sus pestañas rizadas se sacudieron al dejarme pasar a su lujoso hogar.

—¿Qué haces aquí? —Indagó bebiendo un poco de coñac. —pensé que había sido clara hoy…

—Cancún…—Susurré dejando los papeles de la propiedad sobre una mesa pequeña de cristal. —Se te dará una villa completa en Cancún si aceptas ir al hotel Montecristo esta noche…

La mujer dejó caer sus brazos a cada lado de sus caderas. Una sonrisa algo perturbadora se dibujó en sus perfectos y carnosos labios, —¿Cuánto vale? —corrió hacia los documentos, pero los alcé antes de que pudiera tenerlos en sus manos.

—Tantos millones como para comprar todos los bolsos de diseñador que desees…—Su mandíbula cayó en teoría, la rubia se acercó para tocar la carpeta con los papeles de propiedad, pero una vez más lo alejé de ella—. Firma el contrato de confidencialidad y esto será tuyo…

La rubia despampanante, tomó rápidamente un esfero y firmó el documento sin ni siquiera leerlo.

—Difundir información del señor Maxwell, fotografías, audios, videos o cualquier cosa que ponga en evidencia la vida sexual de mi jefe, será demandado con todo el peso de la ley… No tiene permitido llamarlo ni saludarlo, si por casualidad lo encuentra en un evento social donde ambos hallan sido convocados, solo ignórelo. No son pareja, solo tienen un acuerdo que los beneficiará a cada uno de ustedes.—respiré un poco para hacer una pausa antes de continuar—, ¿Por qué cancelaste la cita?

La chica me miró fijamente a los ojos—Hay rumores entre las modelos…—mi ceño se frunció,—escuché que la polla de Damián es tan grande que… Algunas chicas tienen que ir a emergencias…

Una risita se salió de mi boca, así que cerré los ojos para volver a tomar mi postura—¿Quién está esparciendo esos rumores?

—Viviana Durango…—Saqué mi teléfono para marcarle al abogado personal del señor Maxwell.

El timbre del otro lado del teléfono comenzó a resonar en mi oreja derecha, —Estableceremos una demanda penal en contra de la modelo Viviana Durango de la agencia interestelar… No tenga contemplación y arruine su carrera para siempre…—Rosaura se tambaleó al escucharme hablar con el abogado del señor Maxwell, pero caminó detrás de mí hasta llegar al estacionamiento en donde se encontraba mi coche—, si, quítale todas las propiedades que el presidente le haya dado y daña su hoja de vida…

—¿Qué pasará con ella?—, preguntó la rubia una vez encendí mi vehículo.

—Lo mismo que te pasará a ti si llegas a abrir tu boca…

(***)

El líquido amargo de la copa de vino que me estaba tomando dentro de aquel bar de élite en donde mis amigas y yo habíamos decido asistir por ser un viernes por la noche, se deslizo por toda mi garganta, impregnándose así con fuerza en todo mi cuerpo. El ritmo de la música bombeaba con salvajismo, mientras lograba ver como Camila, Carla y Andrea bailaban en la pista de baile y al son de la música.

El ambiente del lugar estaba caliente, así que bebí un poco más de mi trago antes de disponerme a ir junto a las chicas a la pista de baile. Mis amigas, al igual que yo trabajábamos para la compañía de Damián Maxwell, pero a diferencia de mí, ninguna de ellas sabían el sucio secreto de nuestro jefe.

Desde hace un tiempo, el señor Maxwell, utiliza el sexo como un tipo de somnífero que le ayuda a conciliar el sueño, luego de un evento traumático que quebró su vida para siempre. Hace tres años, su hermano mayor y él viajaban hacia Tailandia con el afán de cerrar un negocio importante para Maxwell Electronic, pero las cosas no sucedieron como ambos hermanos pensaron.

Apenas ambos tocaron suelo tailandés, la guerrilla los secuestró y exigió una suma absurda de dinero que por obvias razones los padres de Damián y Daniel no podían pagar. La cuestión es que en un abrir y cerrar de ojos; aquellos sanguinarios hombres, asesinaron al hijo mayor de la familia Maxwell y encerraron a Damián por cuatro días con el cadáver de su hermano pudriéndose a su lado.

Todos los miembros de la familia intentaron cubrir el fatídico hecho, y aunque enviaron a Damián a terapia, nada pudo ayudarlo a concebir el sueño. Había pasado esos cuatros días despierto, con visiones sobre el asesinato de su hermano y escuchado voces que sólo estaban dentro de su cabeza.

Nohora, la madre de Damián jamás habla de esto, pero me lo compartió una vez mientras me rogaba que no dejara a su hijo solo como las demás secretarias que habían pasado por él; y siento honesta, soy la única empleada que le ha durado tanto tiempo.

Muevo mis caderas al ritmo de la música, algunos chicos me quedan viendo, pero niego al ver la expresión de lujuria en el rostro de Andrea.

—Ya sé lo que estás pensando, y no…

Susurré alejándome del trío de amigas.

Carla rueda los ojos para atraer hacia ella a Camila.

—¡Tu maldito coño es virgen!—Gritó con tanta fuerza Camila, logrando que algunos chicos me queden viendo.

Como puedo tapo mi rostro para ir de nuevo a la mesa. Hacía seis meses que terminé mi relación de cinco años con Callum, el hombre con quien creía me iba a casar, y sin bien, a mis veintisiete años ya debería de estar formando mi propia familia, pero las cosas no han sido nada fáciles para mí.

Desde que me gradué de finanzas de la universidad y empecé a trabajar para el bastardo de mi jefe, lo único que he hecho es ayudar a mis padres a pagar la deuda bancaria que adquirieron para pagar su propia casa.

No podría decir que crecí teniendo problemas económicos, pero jamás fuimos capaces de tener nuestro propio hogar y algunos recuerdos sobre eso no son muy gratos. Sonrío al darme cuenta que los años han pasado demasiado rápido para mí y estoy a nada de cumplir treinta.

Saboreo el sabor amargo de la cerveza que un mesero me ha traído, mientras observo como mi trío de amigas se devuelve hacia la mesa para sentarse conmigo.—¡El señor Paul es un imbécil!—Escuché quejarse a Andrea de su jefe—, ¿creen que le está siendo infiel a su esposa?

Agregó burlándose un poco.

—No deberías hablar así, Andrea, muestro trabajo es cuidar de nuestros jefes…—Agregué haciéndome a un lado en el justo momento en que Carla se sienta a mi lado.

—Yo no me quejaría si me tocara cuidar a Damián Maxwell…—Murmuró Camila, logrando que todas se rieran menos yo.

Babylon de Lady Gaga, empezó a sonar con fuerza en toda la discoteca,—Pasen un día con el diablo, y su masculinidad ya no será tan llamativa… 

Carla tiró de mi brazo.—¿Es verdad lo que dicen de él?

Fruncí el ceño para luego alejarme de ella. —Tengo un contrato de confidencialidad, no puedo revelar los secretos del señor Maxwell…

—Un día lo vi…—Agregó Andrea logrando desestabilizarme un poco—, el motivo de su enorme rumor…—La castaña hizo una seña con sus manos como si estuviese midiendo algo, entre tanto las chicas empezaron a brincar emocionadas por la historia que relataba nuestra amiga.

—¿Es verdad que es grande y grueso?—Masculló Carla algo acalorada.

—Tan grande que podría…—Le tapé la boca a Andrea.

«Párrafo primero: Cualquier persona que difunda información personal del presidente de la compañía Maxwell Electronic, se verá en la obligación de dejar su cargo dentro de la empresa, y pagar un total de cien salarios mínimos…

Recité logrando que las chicas dejaran de reír.

—¡Aguafiestas!—Vociferó Camila alejándose de mí.

—Acabo de arruinar la vida de una modelo por difundir rumores sobre mi jefe, ¿Podrían calmarse?—mis ojos se medio cerraron al ver como un chico moreno, de estatura promedio y de ojos enormes como un par de zafiros, dejó delante de mí una copa de vino tinto.

Camila, Andrea y Carla me miraron rápidamente para que dijera algo.

—No bebo nada que un desconocido me de…—Tiré el líquido al suelo, crucé mis brazos a la altura de mi pecho.

—Podríamos tomar de la botella cerrada entonces…—Las chicas se apartaron para invitar a el desconocido a sentarse con nosotras.

—Lo siento, de todos modos ya me iba…—Declaré intentando levantarme, pero una mano tosca rodeo mi muñeca, atrayendo una vez más mi cuerpo hacia el asiento en donde hasta hace poco me encontraba departiendo con mis amigas.

—¿Me vas a rechazar así?, acabo de llegar de Milán, es mi primera vez en New York, creí que las personas aquí eran amables…—Por su apariencia delicada, la forma tan fashionista en la que se viste y sus movimientos elegantes, podría deducir que es un modelo profesional.

Maldición…

—Dame el trago.—El moreno sonrió dándome una vez más una copa con vino tinto, la cual bebí de golpe.

Sus manos tocaron repentinamente mi pierna desnuda. La falda que llevaba puesta y que traía desde mi trabajo, se subió un poco al recibir las caricias del castaño sobre la piel interna de mis muslos.

Mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza, porque desde hacía mucho, pero mucho tiempo, no he tenido sexo y ni siquiera me había dado tiempo para masturbarme. Las chicas se miraron para luego casi desaparecer delante mí.

—Soy Brando Lee…—Abrí los ojos en el justo momento en que sus dedos se hundieron en mi muslo. El moreno relamió sus labios para luego arrastrarme una vez más hacia la pista.

Su sudor y el mío se mezclaron al sonar la canción «Gatubela de Karol g» en toda la discoteca. Sus manos se deslizaron por mis hombros y brinque al sentir un apretón sobre mis nalgas. El chico de ojos color aceituna me atrajo hacia su cuerpo rápidamente; su mirada y la mía se conectaron y aunque la razón le decía que no podía permitir este tipo de cosas, el deseo le gritaba que debía abrirle las piernas en la parte trasera del lugar.

—¿Quieres ir a mi casa?

Preguntó elevando la comisura de su labio, venga, anda, Amelia, di que no. Sabía que si algo salía mal, iba a amanecer al día siguiente en alguna fosa común mientras mis padres se lamentaban de mi muerte repentina.

—Hay baños aquí…—Susurré sorprendiéndome de mí misma. Jamás había hecho algo como esto; si bien, siempre fui ese tipo de chicas mojigatas que sus novios terminaban engañando con alguna puta sensual que conocen en cualquier lugar.

—Me gustan las atrevidas….—Brandon Lee, restregó su polla dura y empalada contra mis muslos. De repente, mis amigas aparecieron, el alcohol comenzó a ir y venir y cuando menos lo esperé, ni siquiera era capaz de mantenerme en pie por mí misma.

La botella de vodka en una de mis manos, terminó en el suelo por culpa de mis movimientos torpes. Brandon, junto a Camila, Carla y Andrea, me obligaron a tomar mas bebidas de las que debería.

El suelo, el suelo se estaba moviendo.

—¡Lo odio!—Grité logrando llamar la atención de los chicos—, lo odio tanto porque… porque es un hijo de perra…—Empecé a reír al ver a Carla grabarme con mi celular que no sé cómo carajos terminó en sus manos.—¡¿Sabes todo lo que tengo que hacer por tu culpa, gilipollas?!, ¡¿Por qué tengo que limpiar tu desastre?!, además, he trabajado cuatro malditos años para ti, ¿es difícil recordar mi nombre?, ¡No me llamo Amalia, ni Amilia, ni Ágata!, ¡Soy Amelia!, ¡Amelia, maldito precoz de m****a!

Andrea comenzó a reírse a carcajadas.

—¿De quien habla?

Escuché a Brandon preguntar.

—De su jefe.—Respondió Camila apartando al moreno de su camino—, ya estuvo, Amelia, vamos a casa…

No sé en qué momento la aparté a la rubia de mi lado—¡Espero que al señor Maxwell jamás se le vuelva a parar la polla!—Camila, Andrea y Carla gritaron en el instante en que un fallo en la  electricidad de la discoteca hicieron que todas las luces del lugar se apagaran, para luego de algunos segundos volver todo a la normalidad.

abrieron los ojos asustadas al verme tirada en el suelo.

—¡Amelia!—Vocifero, Carla, entregándome mi teléfono—, ¡El diablo!, ¡El diablo te está llamando!

Abrí los ojos, como pude me levanté y corrí hacia la entrada de la discoteca para así cruzar la calle y alejarme de la música lo más que pudiera.

¡No enviaste el maldito video, Amaranta!—Alejé el móvil de mi oreja al oír su grito.

—¿Qué video, señor Maxwell?

¡El maldito video de la presentación con los accionistas de Holanda de mañana!

Aparté la llamada para buscar mi email.—¡Mierda!—me tapé la boca al darme cuenta de mi error, no había enviado el video corporativo para su revisión, parpadeé al sentirme un poco mareada por culpa del alcohol; ingresé a mi galería y envié el video de la compañía lo más rápido que pude—, ya se lo envié, señ…—¡Colgó!, ¡el maldito colgó si ni siquiera darme las gracias!

Caminé una vez más hacia la discoteca, las chicas ya me estaban esperando en la entrada para volver a casa. Mañana debíamos trabajar a primera hora y lo mejor para todos era irnos a dormir desde ya.

Eran pasada las once de la noche, así que decidimos contratar un conductor asignado para nuestra seguridad. Luego de mi salida de la discoteca no volví a ver a Brandon Lee y creo que era lo mejor. No me sentía preparada para ligarme a alguien todavía.

Al día siguiente salí de casa como era costumbre, la agenda del presidente de la compañía Maxwell Electronic se encontraba llena el día de hoy, así que no tendría mucho tiempo a este paso para iniciar una nueva relación.

Bebí un poco de café al ingresar al elevador de la empresa, algunas secretarias me saludaron ya que siendo honesta, era algo popular en la empresa por aguantar tanto tiempo bajo el mando del diablo.

Apenas llegué a mi piso de trabajo, el silencio abundó el lugar, pero de repente todo se volvió un caos.

—¡Amatista!—¡Mi jefe!, ¡Mi jefe está gritando!

Mis piernas se cruzaron apenas intenté salir corriendo hacia su oficina, mi cuerpo se tambaleó, como pude logré llegar a tiempo al primer llamado del señor Maxwell, pero algo dentro de mi cuerpo se paralizó al ver la escena.

La oficina estaba llena de los accionistas holandeses, mientras que en una pantalla enorme se proyectaba el video de mis pesadillas.

—«¡Espero que al señor Maxwell jamás se le vuelva a parar la polla!»—Mis propias palabras golpearon con fuerza mi cabeza, entre tanto Damián Maxwell caminaba enojado hacia mí.

Creo que me van a despedir…

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