Al día siguiente era sábado, así que Merritt preguntó a su esposa:
— ¿A dónde deseas ir mi amor? Es fin de semana, ¿Tienes algo en mente?
— En mente no tengo nada Merrit, pero podrías empaparme de tus negocios y así me voy familiarizando con tus finanzas— pidió ella.
—¿No deseas ir a una playa?— le preguntó él— no sé, luna de miel le llaman los recién casados.
— ¿Quieres que tengamos una luna de miel?— preguntó Eleanor— nunca me dijiste nada, hubiera planeado algo, pero no sé si a éstas alturas yo quiera tener una.
— ¡Eleanor por Dios! Nos casamos apenas ayer, aún podríamos irnos unos tres días o una semana y solo pensar en disfrutar y olvidarnos de los números y las inversiones— sugirió él— ¿No te parece amor?
— No amor, no me parece— dijo ella alarmada— ¡perder tantos días! Mejor salgamos por allí y ya en la noche estamos nuevamente en casa.
— Yo lo decía por ti, a las mujeres siempre les gusta ese tipo de cosas, diversión, compras, viajes, esparcimiento— dijo Merrit divertid