En ese preciso momento entró Douglas Morgan, ya le habían limpiado el rostro, y atendido las heridas de su labios rotos y nariz partida, su mirada estaba llena de rencor al mirar al ejecutivo que le había golpeado.
El otro ejecutivo, le ofreció una mirada asesina y se quedó calmado, fue entonces que se dió cuenta quien estaba de pie ante la gran mesa presidencial.
Su rostro se puso lívido por el temor y la sorpresa, no se esperaba la presencia de él allí, su frente se perló de sudor, y deseó no haber entrado de nuevo a aquel salón
Merritt Downey al verlo le dió paso y hasta no verlo sentado no habló.
—¡Muy buenos días señores!— saludando con una amplia sonrisa— sé que no esperaban mi visita acá,— dijo Merritt Downey— pero tengo algo sumamente importante y trascendental que aportar a ésta reunión extraordinaria.
Colocaron tres asientos adicionales ya que el esposo de Eleanor venía con dos caballeros, todos estaban extrañados de que Merritt entrara con éstas personas y que estuviera