Unos días después Eleanor recibió una visita en su casa.
— Hola, ¿cómo estás?— saludó ella a su visita. ¿A qué debo el honor de tu presencia?
— ¡Como si no supieras!— fue la respuesta de Mila
— No, no lo sé— respondió ella — y no tengo tiempo para perder contigo, muchachita, así que al grano, o llamo a seguridad.
— Sólo vine a cerciorarme de lo gran hipócrita que es usted como mujer— dijo Mila — cree que no sé, que anda revolcándose con mi novio.
— ¡Mira, yo no voy a caer en tu juego, sal de mi casa!— exclamó Eleanor — ¡Ya aprende a ser una dama, pareces sacada de un antro, hay que aprender a comportarse; ¿Sabes?
— ¡Usted, es una quita novios!— exclamó la chica— ¡No se da cuenta que es mayor que Calvin, que él, podría ser su hijo!
— ¿Mi hijo? No lo creo, imagínate a mi teniendo un bebé a los doce años,— dijo Eleanor— para mí tú eres una malcriada, y que si fueras mi hija, te hubiera dado, una muy buena tunda y así no te comportarías de ésta manera tan patética.
— ¡Calvin, es muc