62. ESA MUJER ES SOLO MÍA
AVA
—¿Contratada? —repetí como idiota, sin podérmelo creer.
—Sí, necesito una secretaria con urgencia porque la mía salió de licencia —me dijo, dándole una mordida a la tostada.
—Pero seguro en su manada alguien más quiere el puesto…
—Nadie más lo quiere y no le voy a mentir, Srta. Reed —me señaló con la tostada ondeando en el aire.
—… Soy un desastre y querrás cagarte en mis ancestros como diez veces al día.
La empleada en el fregadero casi se ahoga con una risa contenida. El Alfa ni se inmutó y siguió comiendo.
Parecía que era verdad, y verlo con todo el huevo frito pegado al bigote, me dijo que no exageraba.
Me propuso una casita propia, vacía en su manada, una residencia estable, incluso un salario digno para cuidar a mamá… ¿Qué más podía pedirle a la vida?
—Acepto, Alfa. ¡Lo voy a hacer bien! —le dije llena de alegría.
—Eso espero, mira que ya creo que mi secretaria sale preñada solo para librarse de mí por varios meses —me dijo entre burlón y serio.
No pregunté por qué el Beta n