19. ESCUCHANDO LO QUE NO DEBES
AVA
Cuando llegamos al bar, que estaba en uno de los tantos pueblos dentro de la manada, ya estaba el ambiente achispado.
La parte de abajo hacía de restaurante, las personas comían y bebían en la barra, y arriba estaba la zona privada del cumple.
Ojos curiosos nos vieron pasar, pero los hombres siguieron bebiendo de sus botellas, y David me llevó escalera arriba, donde la música resonaba a través de la puerta.
—¡Ava!
—¡Lima! —Localicé enseguida a mi conocida en medio del gentío y las luces parpadeantes.
—. Lo lamento por dejarte plantada; tú sabes, los deberes…
—Tranquila, lo bueno es que el Alfa te liberó de tus obligaciones —torcí la boca al escucharla decir eso, pero no la rectifiqué.
A ese ogro le iba a dar algo cuando supiera que me fugué, de hecho no quiero ni mirar el móvil que sigue vibrando.
El ambiente estaba agradable, con mesitas redondas, barra libre y una pista de baile llena de cuerpos danzando.
Conocí a los amigos de Lima. Tomamos y bromeamos, pero en algún moment