AVA Mis ojos, empañados en lágrimas, miraban a través del techo derrumbado, arrepentida de mi rebeldía y sin entender qué estaba sucediendo. ¿Por qué me hacían esto? Cuando pensé que sería violada y luego asesinada… —Aquí tienes tu lechita fresc… ¡Aahh! ¡Ggggrrrppll! —el que iba a meterme el miembro en la boca gritó convulsionando, intentando hablar, sumido en pánico. Algo caliente salpicó mi rostro y miré hacia arriba, con terror, para ver su cabeza con los ojos aún estupefactos rodar de su cuello que salpicaba sangre como un aspersor. Había sido decapitado en un segundo y garras oscuras acechaban en la oscuridad. —¡No, no! ¿Quién eres? ¿Quién te manda? ¡No sabes con quién te metes! ¡Nosotros trabajamos para…! ¡AAahaha! El otro que me aprisionaba se levantó de golpe, balbuceando, mirando a todos lados para escapar. Pero apenas dio media vuelta, esa sombra humanoide se movió a una velocidad increíble y atravesó su pecho, sacando su corazón aun latiendo. Con las piernas
AVA …ojos rojos, garras, sangre, miedo extremo… correr, caer… un monstruo salta sobre mí… —¡Nooo! —me levanté de golpe, sudando y forcejeando con algo que me sostenía. —Ava, tranquila, no, no, pequeña, no luches, soy yo. ¡Ava, reacciona! — manos fuertes me movían los hombros. En las penumbras, lo primero que me calmó fue el olor masculino y luego esos ojos azules que brillaban como dos luces en medio de la oscuridad. —¿Grey… Greyson? —Soy yo, Ava, ya estás a salvo, pequeña, tranquila —me jaló hacia su pecho y me sumergí en ese refugio reconfortante. Fui abrazada y lo abracé, con algunas lágrimas bajando por mis mejillas. Ambos sentados sobre la cama, con las cobijas revueltas y algún pijama que me habían puesto. Mis puños se cerraban en su camiseta, con miedo a que desapareciera de repente de mi lado. Los fantasmas aún acechaban mi alma. No sé cuánto tiempo pasé así, buscando la seguridad que me daba, rodeada de sus feromonas, con su mano acariciando lentamente mi cabello.
GREYSONDiosa, se siente tan real, pero mi lobo me dice que sueño y yo sigo mis instintos.No es la primera vez que me la imagino así, que le hago tantas locuras en mi mente.Al menos en el mundo onírico puedo tener a esta mujer que deseo al punto del dolor.Me impaciento y empiezo a tirar de su pantaloncillo.El olor de su coño escurriendo me tiene a punto de eyacular.La suave tela cede y se atasca en sus muslos.Con una mano sigo jugando con esos pezones cafés y la otra va a meterse en la hendidura entre sus muslos.—Nena, abre más las piernas… más… mmmm, tan mojadita… —jadeo al sentir la humedad en mis dedos, su cuerpo tenso, mi lujuria disparándose a las nubes.Me bajo mi propio short y el hilo de presemen escurre de la uretra, pintando sus nalgas al desnudo.La nalgueo y aprieto, me sobo la polla y la restriego contra su tierna carne mientras siseo y le digo lo rico que se la voy a meter.Mi mano indecente vuelve a colarse en las profundidades, sus gemidos contenidos y el vibrar
GREYSON—Ava… Diosa, no sé cómo disculparme por esto… son cosas fisiológicas… o sea, cosas matutinas de hombres, ¿entiendes? —comencé a balbucear como un idiota mientras me levantaba más torpe que un venado recién nacido.Jaloneando el short para tapar mi polla, que parecía llorar de tanto presemen que seguía soltando.—¿Siempre te despiertas así con alguna mujer en tu cama? ¿Por eso fuiste directo a follar?—¡¿Qué?! —me preguntó de sopetón y me puse tan nervioso que mi mano torpe manoteó el jarrón en la mesita y terminó cayendo al suelo, quebrándose en pedazos.El estruendo resonó en el piso de abajo, pero al fin pude tapar el arma del delito con la ropa.Me importaba un comino el jarrón roto.—No… no… — me justifiqué, pero su mirada de asesinato me dijo que estaba molestándose y cómo no… joder, que le acababa de manosear todas las tetas y casi le meto el pene.Tragué, mirando su silueta bajo la sábana, la pasión prohibida aun latiendo en mis venas… di un paso atrás como electrocutad
GREYSON “Leila, las cosas no son así…” “Ajá, porque yo me chupo el dedo”. Corto la conversación con ella. Aunque quiera, no tengo cómo responderle a lo evidente. Doy un suspiro de alivio al saber que se marchan y Ava se queda de nuevo sola. Winifred no es idiota y ciertamente el olor a sexo era difícil de tapar. A través de la esquina en la ventana la espío. Frunzo el ceño al verla quedarse mirando al suelo, de frente a la puerta; su espalda se ve tan triste. Mis propios remordimientos apretándome el pecho. Ella tuvo una experiencia traumática y yo, en vez de comportarme como un caballero, le hice todas esas indecencias. Debe haberse llevado la peor opinión de mí, maldit4 sea, por eso no quería quedarme anoche. Suspiro y salto del alfeizar antes de seguirlo empeorando o que alguien me vea en estas fachas. Yo, el Alfa de la manada, saliendo a escondidas y en paños menores de la habitación de mi nuera. Cada vez mi vida se vuelve más retorcida.“¡Estas me las p
AVAMi vida es como un cachumbambé de emociones.Miedo, peligro, lujuria, decepción y preocupación.Era como una peli de comedia de bajo presupuesto.Me dejé llevar de nuevo por el deseo que siento por Greyson, hasta casi permitirle follarme, solo para descubrir que me confundía con una amante cualquiera.Por supuesto, mujeres deben sobrarle al poderoso Alfa de Crimson Raven.Lo único que faltó fue que dijera el nombre de su Beta estando en mi cama. Qué humillante.Como si fuese poco, me quedé caliente, sin llegar al orgasmo, y mientras jugábamos a las casitas, Owen casi muere en una encerrona.Salimos de la cabaña de manera apresurada.Permanecí en silencio siguiendo las órdenes de Greyson, sentada donde me indicaron y rezando porque ese spray que me dio la doctora, de verdad me hubiese eliminado el olor del Alfa.Fue vergonzoso, creo que ella intuyó algo, quizás él la envió, no sé…Sin embargo, nadie estaba prestándome atención, los rostros tensos me dijeron que las cosas eran seria
AVAControlando un poco la rabia que me sofocaba, caminé hasta la máquina expendedora de cafés y llené dos vasos desechables; Greyson no había comido nada. Quizás iba directo a otra humillación, pero me quedé de pie afuera de la habitación custodiada por dos guerreros. Tomaba de mi café cuando la puerta corredera se abrió. —¿Cómo está Owen? —me acerqué enseguida al Alfa. —Está estable —me miró con los ojos azules llenos de cansancio. —Toma un poco, no está malo —le ofrecí el otro vaso, había descubierto algunos de sus gustos. Pero Greyson ni siquiera se inmutó, dejándome con la mano extendida. —Claro, lo típico… —murmuré con un suspiro, pero a punto de bajar el café, él lo tomó. —Pasa a verlo un rato, necesito aire, estoy cerca —me dijo y echó a andar por el pasillo. Su ancha espalda se veía… derrotada.Pasé a la habitación, donde el sonido constante de las máquinas me recordaba lo horrible de los hospitales. Mis propios miedos, la imagen de mi madre consumiéndose, inundaron
NARRADORA—¿Por qué no regresarías? Deja de hablar absurdos… Comenzó a dar rodeos y la ira bullía en las venas de Alexander mientras lo observaba. La preocupación lo estaba consumiendo y tenía que fingir que todo estaba bien.Al descubrir la trampa en el hotel, mientras estaban juntos, Owen se quedó atrás para cubrirlo y que él escapara. Era una persona importante, no podían exponer su relación clandestina, al menos no ahora que su hermano buscaba cualquier excusa para sacarlo del medio.Esos viejos arcaicos del Consejo y los Alfas de las manadas lo verían como una aberración si se enteraban de sus “debilidades”. Incluso podría perder la vida.Pero las ganas de ver a su mate lo ahogaban; planificó esa escapada, solo para ser seguido hasta el hotel. ¡Tuvo que ser Leonardo! Esas armas especiales las debió financiar él.—¡Suéltame! —dio un paso atrás cuando Leonardo intentó abrazarlo para fingir frente a su padre. Cada día podía ser menos hipócrita. —Alexander… ¿Ves, papá, que es é