111. MI CUERPO ES MÍO
IRINA (Madre de Ava)
“¡AAHHH!”
Grito desde el interior de mi mente, prisionera de mi propio cuerpo.
Esa energía cada vez se hace más rebelde y lucha por liberarse.
Mi loba ya no puede retenerla.
He sacrificado mi parte animal todos estos años, mi propia cordura, todo, por miedo a dejar salir esa cosa.
Pero hoy es el día que no puedo aguantar más.
No solo porque la magia que desprende esa reliquia de corona tira de mí como un imán.
Como si fuese mi sol y tuviese que orbitar a su alrededor, quiera o no.
Si no que yo me rindo por completo, por mi hija.
Pensé que quedándome a su lado, aunque fuese en ese estado, la estaría acompañando, pero solo he sido una carga para mi Ava.
Es mejor desaparecer de una vez de su vida.
“Adiós, mi pequeña. No vengas a buscarme, Ava. Déjame ir de una vez, hija mía.”
Murmuro en su mente, dándole una última mirada cuerda, lúcida, antes de ceder a los deseos de mi interior y sumergirme en el torbellino de luz donde creí que perecería.
Si va a destrozarme en pe