Sé que Fernando es un buen hombre, aunque quiere aparentar ser sólo carnal y que no quiere enamorarse.
Nuestra primera vez fue especial, sentí que explotaba de placer además me entregué por completo y sin censura.
En la mesa mientras comemos cómo lo que somos, dos personas con más de veinticuatro horas sin degustar buena comida, los dedos de Fernando me invitan a encontrarnos más tarde.
Algo dentro de mí se enciende, quiero experimentar nueva vez aquel momento tan especial.
Terminamos de cenar, nos miramos a los ojos y nos invitamos a retirarnos de la mesa.
Fernando está a punto de pararse de la mesa cuando en ese instante se escucha que alguien llama a la puerta. Cómo ya está prácticamente parado, se ofrece a abrir.
Mientras hace eso estoy tomando un poco de agua.
—Buenas noches, vengo por Ericka, soy Marcus—