46. Rosas Negras
Isabella apartó la mirada de los pétalos aterciopelados de las rosas negras que descansaban sobre la mesa blanca a su lado. Las acababa de llevar la enfermera que tenía asignada y se las entregó con una sonrisa enorme, pero no le pudo devolver el gesto. Nadie debía saber que ella estaba ahí, y el nudo en su estómago se apretó aun más cuando notó la tarjeta que colgaba del jarrón.
Sus dedos rozaron el papel grueso sin atreverse a abrirlo, y retiró la mano como si quemara, aunque después de darle vueltas al asunto, le dio un tirón.
"Isabella, espero que tu recuperación sea pronta y favorable. Recibe este humilde detalle de mi parte para presentarme y mantener la esperanza de que en un futuro próximo compartiremos una cena con la mujer que ha sido capaz de cautivar a un Kingston.
James Kingston"
Se concentró en el paisaje más allá de la ventana, pero ni siquiera la vista del jardín en flor logró calmar el latido acelerado de su corazón. La había encontrado. Seguro lo sabía.
Bajó de l