Capítulo Treinta y seis

Freya

Apenas había salido de la puerta cuando su voz me ordenó que parara, pero lo ignoré y cerré la puerta de golpe. En cuanto a Morgana, que se ahogue con su pequeña victoria. Casi me dio un vuelco el corazón al ver a Kale todavía de pie en la misma posición en la que lo había dejado hacía un rato.

Exhalé tratando de calmar mi corazón sobresaltado, caminé hacia la mesa donde había dejado caer la tarjeta de invitación, la recogí e intenté romperla pero era demasiado áspera, me di por vencido después de algunos intentos.

"Para alguien que decía que no le importaba, te importa demasiado", comentó Kale desde donde estaba junto a la puerta, todavía apoyado en la pared. Crucé los brazos y lo miré con enfado.

"¿Qué haces aquí todavía?", pregunté, sentándome en la cama mientras buscaba el libro sin terminar que guardaba debajo de la almohada.

—De acuerdo —se apartó de la entrada y se acercó a mí—. ¿Qué tal si te acompaño al baile? ¿Puedes llamarlo venganza por tu ayuda para ganarte el perdó
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