Freya
Consciente de las miradas curiosas y enojadas que nos dirigían, no supe qué decirle, sobre todo con esa expresión de enojo. Respirando hondo, di un paso hacia él. "¿Y dónde está Morgana?", pregunté lo primero que me vino a la mente.
¿Qué se suponía que debía decir? Disfruté tanto haciéndote enojar que aprovecharía cualquier oportunidad para hacerlo, además, dudo que ya lo sepa.
De repente, me tiró del brazo superior, dejándome quieto inesperadamente, me hizo girar como lo hacían los demás con sus compañeros, lo miré esperando que explotara, pero tenía la sensación de que no iba a hacer eso en presencia de las miradas atentas de los miembros de su manada.
"Deberías disfrutar esto", expresó con calma. "Porque te aseguro que sea lo que sea que venga después, creo que encontrarás todo lo contrario". Cuando abrí los ojos de par en par ante su declaración, simplemente me sonrió con inocencia. La sonrisa no llegó a sus ojos; podía sentir su ira latente bajo la superficie y sus ojos ya