Freya
¡Dios, te odio! —gemí de nuevo, poniendo la mayor distancia posible entre nosotros cuando por fin me soltó las manos. Era tan difícil seguir enfadada con él cuando intentaba hacerme sonrojar. Miré por la ventana, agradecida de no ver a la multitud que se había formado antes.
"No debiste haberlo matado". Suspiré sin mirarlo. Lo hizo por mi culpa, lo que me deja con su sangre en la conciencia. Soy alguien que despreciaba la violencia y la sangre, además...
Todavía no podía imaginar que mataría a alguien por mí. Fruncí el ceño para no sonrojarme al pensarlo.
—Te puso las manos encima —dijo, con la voz llena de ira—. Nadie toca lo mío —añadió posesivamente.
"Bueno, técnicamente no soy tuya", solté sin poder contenerme. Poco después de pronunciar las palabras, me arrepentí de haberlas dicho. Sobre todo cuando vi cómo entrecerró los ojos, furioso, hacia mí. La ira que sentía hacia ese tipo hacía un momento se desvaneció al redirigirla hacia mí.
Tragué saliva, preguntándome qué iba a h