Diego se gastaba el dinero del futuro de Caro en juegos y alcohol, sin ningún remordimiento. Cada día se hundía más en su vicio, mientras que Georgina, a quien había dejado a un lado, caía en un estado de desesperación que bordeaba la locura. El rechazo de Diego y la pérdida del control sobre la situación la consumían. En su mente trastornada, la culpa recaía completamente en Verónica. La idea de que Verónica había orquestado todo, que había enviado a Diego para enamorarla y luego robarle, era la narrativa que su mente perturbada había creado.
Georgina no podía aceptar que Diego la había utilizado y robado. En su distorsionada percepción de la realidad, todo era culpa de Verónica. La rabia y el deseo de venganza se convirtieron en su única motivación. Georgina estaba decidida a hacer pagar a Verónica por todo el dolor que sentía, por cada lágrima derramada y por cada sueño roto.
El domingo, Georgina decidió que era el momento de actuar. Había seguido a Verónica hasta su casa en varias