Capítulo – El Vuelo del Despertar Stephen llegó al aeropuerto con el cuerpo agotado, pero la mente en llamas. No sabía cuántas horas había dormido en los últimos días. Tal vez ninguna. Tal vez no importaba. Lo único que tenía claro era que necesitaba llegar a Alicante. Joselín era todo su mundo. Y él la estaba perdiendo . Se sentó frente a la puerta de embarque, con la mochila apoyada en sus piernas, los codos sobre las rodillas y el rostro entre las manos. Su celular vibró. Un mensaje de Emily: “Estoy con papá. Te llama en un rato. Está bien.” Cerró los ojos, respiró hondo,por lo menos la salud de su padre era buena . El teléfono volvió a vibrar en su bolsillo.. Era su padre. Atendió sin pensar. —¿Papá? La voz del otro lado sonó más firme de lo que esperaba, aunque cansada. Profundamente cansada. —Stephen… hijo. —¿Estás bien, papá? —Ahora sí. Escuchame bien, porque no me va a dar tiempo de contarte todo antes de que subas a ese avión… Stephen apretó el ce
Capítulo – Lo que un Padre No PerdonaLa casa de los Torres tenía las luces bajas cuando Stephen tocó la puerta. El aire en Alicante era más cálido que en Londres, pero el frío que llevaba dentro no se le iba con nada.Fabián abrió la puerta con el ceño fruncido.—¿Stephen? —preguntó sorprendido—. ¿Qué hacés acá? ¿Y Joselín?Stephen tragó saliva. Llevaba más de 24 horas sin dormir. Los ojos rojos, la voz quebrada.—Necesito hablar con ustedes. ¿Está Lilian?Fabián frunció más el ceño, pero lo hizo Habían limado asperezas hace mucho tiempo con él.—Está en la cocina. Pensábamos que estaban en Inglaterra. ¿Qué pasó? ¿Está todo bien?Stephen entró al living con pasos pesados. Lo recibió el aroma de café recién hecho, el sonido del televisor en bajo, y la voz cálida de Lilian saludándolo.—¡Stephen! Qué sorpresa. ¿Joselín viene detrás tuyo?Él negó con la cabeza, muy despacio.—No. No está conmigo.Fabián frunció aún más el entrecejo.—¿Cómo que no? ¿No fue ayer para estar juntos?—No… —
Capitulo:Sea cual sea el resultado El sol apenas asomaba por las ventanas cuando Fabián preparó el desayuno. El aroma a café recién hecho, pan tostado y jugo de naranja llenaba la cocina con una calidez que contrastaba con la tensión acumulada de la noche anterior. —¿Desayunás conmigo, hija? —preguntó desde la puerta, con una sonrisa forzada. Lilian, sentada en el comedor, lo miró en silencio. Su rostro lo decía todo: Joselín aún no estaba lista para enfrentar el día. Desde la planta alta se oyó el sonido de una puerta entreabriéndose. Luego, pasos lentos. Joselín bajó las escaleras en pijama, envuelta en un sweater ancho que no lograba ocultar el temblor en su cuerpo. Su cabello aún húmedo del baño, su rostro pálido, y una mano apoyada sobre el abdomen. —Buen día… —murmuró, sin mirarlos del todo. Pero en cuanto percibió el aroma del café, su rostro se contrajo. Dio un paso hacia atrás, cubriéndose la boca. —¡Jose! —dijo Fabián, preocupado—. ¿Estás bien? Ella negó con la cab
Capítulo – Recuerdos de mi CegueraLa luz de la mañana se colaba tímidamente por las rendijas de la persiana, dibujando líneas doradas en la habitación. Stephen se sentó en la cama, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro entre las manos.El silencio era demasiado abrumador.Estaba en el apartamento que había alquilado temporalmente en Alicante para ellos cerca del hospital para poder verse más tiempo entre guardia y guardia. Pero nada en él se sentía como hogar. Ni siquiera su bata de médico, colgada del respaldo de la silla, le recordaba quién era. Desde que perdió a Joselín, Stephen sentía que no era nadie.Se levantó, descalzo, caminó hacia el pequeño cuarto del fondo. Uno que, semanas atrás, habían pintado juntos con el color que ella eligió, un celeste suave como el cielo de primavera.Joselín había dicho riendo:"Este cuarto, por ahora, será para los preparativos de la boda. Pero después… será para nuestro primer hijo. apenas yo me gradué . ¿Te imaginás una cunita ac
Capítulo – La Vida Que Late En Silencio Después de desayunar un té con galletitas junto a Lilian su mamá —en medio de silencios que decían más que mil palabras—, Joselín se encerró en su habitación. Tenía el test de embarazo desde hacía días guardado en su cartera, pero nunca se había sentido lo suficientemente fuerte para usarlo.Hasta ahora.Apenas Lilian cerró la puerta detrás de ella, Joselín se quedó en la cama, abrazada a una almohada, mirando el techo. El estómago se le revolvía, no sabía si por los nervios, las náuseas… o ambas cosas. Tenía miedo. No sabía qué resultado quería ver. Ni siquiera sabía si estaba lista para saberlo.Pero algo dentro de ella —esa fuerza invisible que siempre la impulsaba a cuidar de los demás, incluso cuando estaba rota— la hizo levantarse.Fue al baño, abrió el envoltorio con manos temblorosas, y siguió las instrucciones como quien sigue un ritual sagrado. Dejó el test sobre el borde del lavamanos, sin mirarlo, y volvió a la cama.No tenía el co
Capítulo – Voces que Arden Joselín no había salido de su cuarto en todo el día. Las primeras horas las pasó abrazada a la almohada, con los ojos fijos en el techo como si buscara en las grietas alguna explicación. Pero no había respuesta. Ni en el silencio, ni en los suspiros, ni siquiera en sus propias lágrimas. A media tarde, tomó el celular y marcó. Paula atendió al instante. —¡Jose! ¿Cómo estás? Qué lindo escucharte… —En casa… en Alicante. No quería hablar con nadie, Pau. Pero contigo sí. Tengo que contarte lo que me pasa… Y le contó. Todo. Las fotos. El beso que vio desde el taxi. El correo del hospital que supuestamente decía que Stephen se quedaría en Londres. Su voz era un hilo frágil, entrecortado por lágrimas. Paula se quedó en silencio. Luego, su voz se quebró también. —¡No puede ser! Ese tipo te ama, Jose… ¡todos estábamos esperando la boda! ¡¿Qué pasó con él?! —No lo sé… —susurró Joselín, cubriéndose el rostro—. No quiero saberlo. No puedo. Además… acabo de enter
Capítulo – Divorcio y simplicidad La mansión estaba en silencio.Un silencio diferente al habitual. No era paz…Era abandono.Margaret bajó las escaleras con su bata de satén color marfil, impecablemente planchada, aunque ya hacía días que nadie la notaba. El desayuno no estaba listo. La mucama se había ido dos semanas atrás. No soportó más los gritos, ni las órdenes, ni el desprecio.Encendió la cafetera sola. Y mientras el aroma del café llenaba la cocina, Margaret no pudo evitar notar la ironía: todo aquello por lo que tanto había luchado, la perfección de su mundo, se estaba desmoronando.Entonces el timbre sonó.Un sobre de papel grueso, elegante, con su nombre estampado.Margaret Inés Lathman de Jones.Lo abrió sin apuro, como quien ya sabe que dentro hay una herida… pero igual se corta.Divorcio.Las palabras eran claras, firmes, legales.Edward Jones solicitaba la disolución del matrimonio.El mundo le tembló un instante. Pero no lo mostró.Se sirvió una taza de café. La sost
Capítulo – La Primera Consulta La luz de la mañana se filtraba tímidamente por las cortinas del cuarto. Joselín estaba recostada, con las manos sobre el vientre aún plano, pero que ya sentía como un refugio sagrado. No podía explicar por qué, pero esa pequeña vida que crecía dentro suyo le daba fuerza… y al mismo tiempo, miedo. No tengo miedo del bebé. Sino de sí misma. —¿Seré una buena madre? —susurró en voz baja, apenas audible. Había pedido licencia en el hospital. Su mentora, la Dra. Rosales, había sido clara: "Tenés que frenar, Jose. Entre el viaje, el estrés, la guardia y todo lo que estás cargando… te vas a romper." Y ella, por primera vez, había aceptado sin luchar. Lilian, como si intuyera todo, la envolvía en cuidados maternales que la hacían sentir otra vez una niña. Comidas calientes, infusiones suaves, mimos en la espalda. Y silencio… ese silencio dulce de una madre que sabe cuándo no hacer preguntas. Pero Joselín pensaba. Pensaba demasiado. —¿Y si hubiera es