Capítulo: La noche que cambió todo
A veces los peores recuerdos no se forman en medio del dolor evidente, sino en los detalles más pequeños.
En las cosas que no terminás de entender… hasta que ya es demasiado tarde.
Stephen se pasó una mano por la nuca, cansado, sentado en la sala de espera del hospital. La cabeza apoyada contra la pared fría, los ojos cerrados, pero las imágenes seguían clavándose detrás de sus párpados.
La noche que todo cambió había empezado como cualquier otro cumpleaños de Margaret Jones.
Demasiado lujo.
Demasiada perfección.
Bajó las escaleras del salón de su casa natal, y lo primero que lo golpeó fue el olor penetrante de las flores caras, el destello de las lámparas de cristal, los flashes de los fotógrafos que su madre siempre contrataba “para documentar los momentos importantes”. Todo armado. Todo montado. Todo perfecto.
La mesa larga, los manteles de hilo blanco, las copas de cristal tallado.
Sonrisas que no llegaban a los ojos.
Amigas falsas y vestidos que