Capítulo:
"El arte de las apariencias y el amor que calla"
Margaret Jones caminaba por el amplio salón de su casa como si el suelo mismo se inclinara ante sus pasos.
Sus tacones resonaban en el mármol importado, su perfume —caro, dulzón, penetrante— impregnaba cada rincón.
Todo estaba en su lugar tenia los sillones blancos impecables, las cortinas de lino, las flores frescas en el jarrón de cristal. Todo estaba perfecto. Todo para mostrar más de lo que realmente era.
La perfección era su obsesión.
La felicidad, en cambio, era irrelevante para ella .
A sus 55 años, Margaret se veía impecable: su cabello rubio ceniza perfectamente peinado, su maquillaje sutil pero costoso, su ropa diseñada para insinuar estatus sin caer en vulgaridades.
Había dedicado su vida a construir esa imagen, y no iba a permitir que nadie —ni siquiera su propio hijo— la manchara con sus impertinencias.
Desde joven había tenido un único objetivo: pertenecer a la alta sociedad.
Primero fue suficiente casarse con E