3. Monstruo

Mis pasos eran firmes, el sonido de mis tacones resonaban por el lugar llamando la atención de más de uno.

He tenido una semana tensa, bastante, luchando con el trabajo, mis clientes y de extra: buscando escabullirme de Vincens, tarea que no me ha dejado para nada fácil, pero no imposible.

—Señorita Andreotti— Cecy me detiene captando mi atención, se le nota agitada.

—¿Qué sucede?— cuestiono y ella hace una mueca nerviosa, la chica siempre ha sido tímida, por lo que vacila bastante al decir cosas que podrían disgustarme.

—El hombre al que le hemos estado desviando las llamadas se encuentra en su oficina— mis ojos se abren con horror al escucharla, ella se asusta ante mi reacción— ¡Intente de todas las maneras que podía sacarlo, pero me fue imposible! ¡Perdón!

—Está bien, está bien. Yo me encargo— le doy una sonrisa para que no se sienta culpable y eso parece relajarla.

Me giro y doy una gran bocanada de aire, me enojo cuando al entrar a mi área de trabajo lo veo sentado detrás de mi escritorio leyendo mis carpetas.

—¿Qué carajo crees que haces?— cuestiono obteniendo su atención.

Una de sus cejas se alza, su mirada me recorre de los pies a la cabeza para luego detenerse en mis ojos, mirándome fijamente.

—¿Esos son los modales que te han dado tus padres Danna?— su cinismo me enoja, bastante de hecho.

—Eso a ti no te importa, lárgate de mi oficina, no te quiero aquí.

Se levanta acercándose a mí, cuando lo tengo de frente su mano sujeta mi mentón tirando de él para besarme. Mis manos van a su torso empujando de este para apartarlo, pero no sede.

No hasta que mis labios palpitan luego de haber sido sometidos por los suyos.

Mi mano cae sobre su rostro haciendo un ruido fuerte, esta me pica por un momento, pues lo próximo que siento es como su mano también impacta sobre mi mejilla.

Llevo mi mano sobre ella para luego mirarlo sorprendida.

—No intentes golpearme nuevamente y pensar que no te lo voy a devolver— sentencia en voz baja.

—¡Jodido imbécil!— me lanzo a él golpeándolo a puños cerrados, sus manos sujetan mis muñecas dominándome mientras intento liberarme— ¡Déjame!

En este momento odio que las paredes de mi oficina sean insonorizadas.

—¡Silencio!— me ordena de vuelta— Estoy muy furioso contigo, no soy tu maldito juguete, si eso es lo que crees, ¿Quién te sientes para ignorar mis llamadas? ¡¿Quién te crees para intentar escaparte de mí?!— cuestiona rabioso.

—Estás loco, te dije que yo no quiero nada contigo, ignora mi existencia, borra de tu mente todo rastro de mí— una risa brota de sus labios y sus manos ejercen presión sobre su agarre lastimándome— Me estás haciendo daño, así que déjame.

—No— espeta— Borra tu la idea de que te vas a escapar de mis manos, eres mía y no estoy bromeando.

—Deja de ser un jodido psicótico y apártate. No soy un maldito objeto, Vincens, no soy algo que puedas tomar como una propiedad, que te quede claro.

—Tú serás lo que yo quiera que seas.

—No, nuestra historia acabó hace años, supérame y deja de ser un jodido caprichoso, no eres un niño.

—No lo creo, bonita. Deja de hacerte la difícil y resígnate, no me iré y tú no te irás— una sonrisa aparece en mi rostro, pero una sonrisa falsa y él lo sabe.

—Deberías ponerlo a prueba nuevamente, tú…

—Al parecer la que no supera las cosas es otra— menciona divertido, pero a mí no me hace nada de gracia— Estoy aquí y no tengo planes de irme, otra vez.

—No me interesa Vincens, te seré sincera, ya no soy la misma chiquilla a la cual dejaste luego de tener sexo con ella, esa murió, no me importa lo que hagas o dejes de hacer, tengo nuevos prospectos y tú no estás en ellos— al terminar mis palabras veo como su expresión cambia.

Ya no parece estar divirtiéndose con la situación, ahora está enojado.

—Sé que te has estado viendo con Luciano Coppola, y si no quieres que esto acabe en tragedia, párale a tu estupidez.

Me siento ofendida y hasta asustada.

—¿Me has estado investigando?— cuestiono sorprendida— ¡Psicópata, aléjate de mí, no tienes ningún derecho a meterte en mi vida o cuestionar lo que yo haga!

—No volvamos a lo mismo, espero que hayas disfrutado en mi ausencia, porque el único hombre que estará presente en tu vida seré yo.

—Le diré de todo esto a Rose si no me dejas en paz— amenazo, pero parece no importarle.

—Hazlo, no me interesa, será un problema menos o quizás la única persona que se aleje será ella de ti, pero a mí siempre me tendrás presente.

Se aparta dejando un beso en mi boca, para luego irse en menos de nada, la puerta se cierra detrás de mí, pero me quedo estática tratando de procesar todo.

Le pondré una orden de alejamiento.

Las manos de Luciano sujetan mi cintura mientras bailamos, río al sentir sus besos en mi cuello y como luego sube a mi oído susurrando varias cosas que me ponen caliente.

Las luces en la zona VIP cambian de color, como también el pestañeo es constante. Tomo el brazo de él llevándolo de la mano hasta uno de los sofás retirados.

Luciano hace meses me había contactado para términos laborales, estuvimos unas semanas hablando y la atracción sexual en ambos era notable. Ya tenemos más de dos meses en esto y ambos estamos más que complacidos uno del otro.

Me subo a horcajadas sobre él haciendo que el vestido brillante que llevo se suba un poco dejando mis muslos desnudos, sus manos no dudan en acariciarlos y apretarlos. Con una sonrisa dejo un beso sobre sus labios.

El pelinegro profundiza el beso, el cual sigo gustosa mientras siento sus manos apretar mi trasero, la situación va subiendo de tono y ambos lo sabemos.

—Creo que es hora de que nos marchemos de aquí, ¿No?— menciono en su oído y lo veo asentir.

—Estoy totalmente de acuerdo.

Me levanto de mi lugar y luego él lo hace, Luciano toma mi cartera y arreglo mi ropa lo más que puedo para que luego ambos salgamos del establecimiento teniendo en mente ir a casa.

No hay muchas personas a fuera y cuando vamos al parqueadero menos, desde lejos él le quita el seguro al auto y cuando nos acercamos le doy la espalda para guardar el bolso, un sonido me asusto y cuando me giro grito horrorizada al ver a Luciano ser agarrado por un hombre desconocido y luego ver como Vincens lo golpea.

Todo pasa muy rápido.

—¡Basta!— grito y cuando intento acercarme a esa bestia, un hombre me sostiene.

Luciano no tiene oportunidad de defenderse ante los golpes del rubio, está siendo sostenido por un hombre que le dobla el tamaño y los golpes de Vincens no son nada débiles.

—¡Suéltalo, jodido animal!— grito moviéndome e intentando que el gorila me deje.

Claramente no consigo nada.

—Esto es una pequeña advertencia, para que dejes de meterte con mujeres ajenas— escucho decir a Vincens, sus palabras me dejen atónita.

Este se gira y su mirada recae sobre mí, está furioso, no, más que eso y lo confirmo cuando viene a por mí, el hombre se aparta y ahora es Vincens quien está sobre mí, sus manos se enroscan en mi pelo tirando de él con fuerza.

La sorpresa llega a mí.

—¿Qué haces? ¡Déjame!— coloco mis manos sobre las suyas intentando apaciguar el agarre, pero esto solo hace que tire de mi cabellera con más fuerza.

—Te lo dije muy claro la última vez, que te alejarás de él, pero parece que tomas mis palabras como un juego ¿No es así?— aprieta su mandíbula mientras me mira— No estoy bromeando Danna, cuando te digo algo hazlo.

Vincens me gira, mi vista cae sobre Luciano, quien se encuentra golpeado y tosiendo sangre, me preocupo e intento soltarme e ir hacia él, pero obviamente este animal no me lo permite.

—No me hagas enojar más, preciosa— me lleva a la fuerza con él, hasta un vehículo completamente negro y aparentemente blindado.

Uno de esos hombres que lo acompañan busca mis cosas en el auto de Luciano, mientras este se encuentra desangrándose, me preocupa, pero más me preocupo por mí.

—No sé qué planeas, pero déjalo Vincens, por favor basta.

No responde, me ignora el imbécil. Utiliza su celular mientras el vehículo avanza y yo estoy que tiemblo del miedo y los nervios ¿A dónde carajos me lleva?

El tiempo me da esa respuesta, cundo el vehículo se detiene frente a una casa desconocida, pero que sé que es suya, es bastante notable.

A las malas me saca del vehículo y cuando me rehúso a caminar me sube sobre sus hombros.

—¡Bájame, jodido loco!— no contesta y no me baja hasta que no estamos en una habitación.

Deja caer mi cuerpo sobre la cama, como lo hizo aquella vez en mi departamento. A diferencia de que ahora se encuentra el triple de molesto.

—Dime, Danna, ¿A caso crees que es una buena idea llevarme la contraría?— cuestiona mientras quita su camisa y me mira fijamente.

Mi respiración se vuelve errática y lo miro a esos ojos azules.

—Creo que deberías dejarme tranquila y seguir con tu vida, yo no soy tu mujer, no sé si estás tomado, pero te has equivocado.

Chillo cuando su mano se cierra en mi cuello apretando con bastante fuerza.

—Métete en la cabeza que eres mía, lo fuiste cuando tenías diecinueve, lo fuiste hace semanas, lo serás ahora y en el futuro. Lo que le hice hoy a Luciano no es nada comparado con lo que le haré a él o a cualquier hombre que se te acerque.

—Soy una mujer soltera— jadeo cuando aprieta mi cuello dejándome sin aire— Pu-puedo estar con quien quiera.

—¿Qué parte de que eres mía no entiendes?— su mirada pasa a mi vestido y parece enojarse— No me agrada como te vistes, que sea la última vez que usas ese tipo de ropa.

—A mí no me vas a decir que usar y que no.

No espero su movimiento. Deja mi cuello para pasar su mano a mi prenda y romperla, esta se desprende de las cadenas que las tenía sujeta y vuelve a tirar de ella rasgándola de la parte de abajo.

—¡Vincens, carajo!— grito de frustración y me levanto.

Inútilmente, busco taparme, porque si la prenda cubría solo lo suficiente, ahora no cubre nada.

—No estoy bromeando, aprenderás a hacerme caso a las buenas o a las malas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo