Por Carolina
Por suerte llegamos.
Me dio la mano para ayudarme a bajar.
Su mano electrificó todos mis sentidos.
Él también se tensó cuando me dio la mano, lo sentí.
Definitivamente hay algo que está mal.
Sin embargo me extendió su brazo y así entramos.
Hasta hubo periodistas que nos sacaron fotos.
Nos dirigimos a la barra y noto cómo se tomó 2 whiskies de golpe, como si fueran agua.
Me acerco para decirle al oído que no tome mucho.
-Ale, por favor, no tomes demasiado.
Pone una mano en mi cintura, pero la va bajando hacia mi cola.
Es una gala de negocios y yo no soy una acompañante.
Lo miro suplicante.
Espero que entienda mi mirada.
-Me quemás, en todo momento, cuando te miro o cuando me mirás, cuando te rozo, cuando te beso, necesito poseerte, tenerte en mis brazos.
-No soy una acompañante, saca tu mano de mi cola.
-Carajo, Valeria ¿Me escuchaste?
Sí y estaba temblando por sus palabras, pero sabía que se había encaprichado por poseerme, solo porque le había dicho que no.
Él también me