Capítulo 31

Llegaron a la hacienda y Victoria dibujó una sonrisa en su rostro, Santiago por su parte, no podía disimular que moría por besarla y tenerla en sus brazos, y ella lo trataba con toda la indiferencia que podía.

—¡Niña Victoria!, perdón, señora Victoria, ¡Qué felicidad que hayan regresado! Ahora si, esta es su casa, como siempre debió ser, esa bruja de la señora Dinora, se va tener que acostumbrar.

—¡Gracias nana! no te preocupes, dime como tu quieras, tú siempre serás mi nana. ¿Todo bien? ¿Alguna novedad?

—No señora, ninguna novedad.

—Mario, ¡Cómo está eso de “Señora”? Yo para ti sigo siendo la misma Victoria de siempre, por favor mañana lleva a Santiago a recorrer la hacienda y a presentarlo con los trabajadores, a partir de hoy, tienen que verlo como el patró

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