Mientras no haya intereses de por medio, todo está bien.
Pero en cuanto los hay... la amante siempre se prioriza a sí misma.
Después de todo, Bella era una extraña para ella. No tenían ningún vínculo de sangre, ¿por qué debería sacrificarse?
Quizás la niña no entendiera conceptos tan profundos, pero ¿acaso no comprendía acciones tan simples?
Sara debería estar contenta.
Sin embargo, en el fondo de su corazón sentía el peso de haber sobrevivido a una tragedia. Mirando a su hija dormida en la cama del hospital a través del cristal de la puerta, se limpió con dificultad las lágrimas —Supongo que algo bueno salió de todo esto...
Ahora no pedía nada más.
Solo que Bella pudiera crecer sana.
Mientras hablaban, antes de que llegara Gabriel, apareció Leandro.
Parecía incluso más angustiado que Sara.
—Sara, ¿Bella está...? —ni siquiera pudo terminar la frase cuando una bofetada inesperada lo hizo callar.
Sara lo miró con ojos llenos de odio.
—Leandro, ¡nunca te perdonaré! Dejé a Bella bien cuida